(Continuación). “… gentlemen, then perhaps we shall find the truth...”, la frase está asociada a la solución de la teoría estructural del benceno (C6H6) propuesta por August Kekulé en 1865, para explicar la configuración en anillo de este hidrocarburo, “Aprendamos a soñar, señores, entonces quizá encontremos la verdad”, llegó a sentenciar. Quizás.
Uróboro
Al menos
así parece ser que fue en el caso que nos trae, pues el anillo de su estructura
hexagonal le fue sugerida, supuestamente, por la visión en sueños que tuvo de
una serpiente que se mordía la cola.
Una
especie de uróboro, ouroboro o uroboro, el antiguo símbolo que muestra a
un animal, serpiente o dragón no lo tengo claro, que engulle su propia cola
formando una circunferencia con su cuerpo; algo que forma parte de la tradición
occidental, iconografía del Antiguo Egipto, tradición mágica griega y mitología nórdica.
Adoptado como símbolo por gnosticismo, hermetismo y, sobre todo, alquimia y con diferentes significados a lo largo de la historia, en el siglo XIX la imagen fue utilizada por nuestro alemán para expresar su idea.
Sobre la
forma de enlazarse que, a su parecer, tenían los seis átomos de carbono del
benceno, una ensoñación, o al menos eso contó años después; la mentira de la
verdad, quizás. Verá.
¿El sueño de un genio?
En realidad
la anécdota de la serpiente empezó a ser conocida muchos años después del
descubrimiento estructural de 1865, supuestamente fue durante una ceremonia en
su honor que, en 1890, organizó la Berichte der Deutschen Chemischen
Gesellschaft (Revista de la Sociedad Química Alemana) para conmemorar el
vigesimoquinto (25º.) aniversario de su primer artículo sobre el hidrocarburo benceno.
Y en la que habló, naturalmente, sobre la elaboración y desarrollo de su teoría y cómo le llegó la inspiración a través de un sueño en el que veía hileras de átomos que bailaban y se contorsionaban delante de sus ojos como si fueran serpientes.
Fue
entonces cuando, de repente, una de esas “serpientes” se mordió su propia cola,
et voilà, porque nuestro durmiente se despertó inmediatamente sabiendo
que había encontrado la respuesta al enigma bencénico ¿qué le parece la historia?
En puridad,
nadie sabe cuánto hay de verdadero y cuánto de fábula en esta maravillosa
anécdota de la que Kekulé nunca se desdijo, si bien no es menos cierto
que existen, al menos y que me conste, un par de variantes oníricas. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.




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