domingo, 7 de septiembre de 2025

Una historia del benceno: “Let us learn to dream ,…”

(Continuación). “… gentlemen, then perhaps we shall find the truth...”, la frase está asociada a la solución de la teoría estructural del benceno (C6H6) propuesta por August Kekulé en 1865, para explicar la configuración en anillo de este hidrocarburo, “Aprendamos a soñar, señores, entonces quizá encontremos la verdad”, llegó a sentenciar. Quizás.

Uróboro

Al menos así parece ser que fue en el caso que nos trae, pues el anillo de su estructura hexagonal le fue sugerida, supuestamente, por la visión en sueños que tuvo de una serpiente que se mordía la cola.

Una especie de uróboro, ouroboro o uroboro, el antiguo símbolo que muestra a un animal, serpiente o dragón no lo tengo claro, que engulle su propia cola formando una circunferencia con su cuerpo; algo que forma parte de la tradición occidental, iconografía del Antiguo Egipto, tradición mágica griega y mitología nórdica.

Adoptado como símbolo por gnosticismo, hermetismo y, sobre todo, alquimia y con diferentes significados a lo largo de la historia, en el siglo XIX la imagen fue utilizada por nuestro alemán para expresar su idea.

Sobre la forma de enlazarse que, a su parecer, tenían los seis átomos de carbono del benceno, una ensoñación, o al menos eso contó años después; la mentira de la verdad, quizás. Verá.

¿El sueño de un genio?

En realidad la anécdota de la serpiente empezó a ser conocida muchos años después del descubrimiento estructural de 1865, supuestamente fue durante una ceremonia en su honor que, en 1890, organizó la Berichte der Deutschen Chemischen Gesellschaft (Revista de la Sociedad Química Alemana) para conmemorar el vigesimoquinto (25º.) aniversario de su primer artículo sobre el hidrocarburo benceno.

Y en la que habló, naturalmente, sobre la elaboración y desarrollo de su teoría y cómo le llegó la inspiración a través de un sueño en el que veía hileras de átomos que bailaban y se contorsionaban delante de sus ojos como si fueran serpientes.

Fue entonces cuando, de repente, una de esas “serpientes” se mordió su propia cola, et voilà, porque nuestro durmiente se despertó inmediatamente sabiendo que había encontrado la respuesta al enigma bencénico ¿qué le parece la historia?

En puridad, nadie sabe cuánto hay de verdadero y cuánto de fábula en esta maravillosa anécdota de la que Kekulé nunca se desdijo, si bien no es menos cierto que existen, al menos y que me conste, un par de variantes oníricas. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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