(Continuación) Sí, 1906, es el mismo año que nuestro Ramón y Cajal ganaba su Premio Nobel de Medicina y Fisiología. De Pierre decir por último que fue el gran hombre que hubo detrás de una gran mujer, un caso excepcional, estará conmigo.
Y hasta aquí las once cartelas sobre las ventanas de la
planta baja, portadoras de otros tantos nombres de insignes científicos, de las
que le hablaba al principio de esta terna. Sin embargo, es evidente que hay dos
más, antes de que la fachada se acabe. Y la primera lleva un apellido ya puesto
negro sobre blanco en esta tribuna, el mismo que da nombre a la aledaña calle Doctor
Relimpio en la que está la fachada.
Federico Relimpio y Ortega (1862-1919),
químico almagreño, catedrático de Química Analítica (1890) en la Universidad de
Sevilla de la que fue también rector, y uno de los pioneros españoles en radiactividad.
Curiosamente fue miembro honorífico de la Sorbona, en la misma época en la que allí trabajaba el matrimonio Curie, estas cosas pasan. Y su nombre aparece encartelado en este edificio, construido en 1912 y dedicado en principio para vacunaciones antirrábicas y el control sanitario de animales domésticos, pues no en vano fue su primer director.
De ahí que sea el duodécimo (o doceavo, que diría algún
que otro ministro de la LOGSE) de los científicos que encuentran
reconocimiento, por su aportación en el terreno de la salud pública y la lucha
contra diferentes enfermedades infecciosas.
Fue a su muerte, en 1919, cuando era rotulada la calle en
su honor, quedando este fleco suelto para hilvanar en una nueva entrega de esta
costura sevillana y (pretendida) científica.
Ya, sé que en la fachada queda sitio para un nombre más, una cartela en blanco para completar la docena del fraile de científicos a homenajear por su lucha contra la rabia, el cólera, la tuberculosis, la difteria, el tifus, la malaria, etcétera.
¿A quién echa usted en falta, sea español o no? ¿Qué
nombre considera que debería estar? Bueno, le dejo por ahora, mi tata me decía
de pequeño que el onceavo, sí como el ministro, era no cansar, y que la
medicina sólo puede curar las enfermedades curables. Sabiduría de mi tata
gorda, que nada tenía que ver con la del ministro. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog]
las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre
ellas.
[**] Esta entrada fue publicada el 14 de
febrero de 2022, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
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