[Esta entrada apareció publicada el 26 de noviembre de 2021, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Sismicidad es la medida de la actividad sísmica en algún lugar concreto, y puede ser alta o baja según su frecuencia e intensidad a lo largo del tiempo. También conocida como sismo, seísmo o terremoto no son más que las sacudidas o movimientos bruscos del terreno, generalmente producidos por disturbios tectónicos o volcánicos.
Del estudio de sus orígenes
y las formas como se propagan las ondas sísmicas a través de la Tierra se encarga la ciencia de la sismología, que las mide mediante un sismógrafo o sismómetro, instrumento
inventado en 1842 por el físico escocés James David Forbes.
En el caso concreto de disturbios volcánicos, como los actuales de la isleña La Palma, se utiliza el término tremor para aludir a ‘un terremoto característico de los volcanes que refleja modificaciones en su estado interno’.
Por cierto, palabra sin tilde y aguda, se pronuncia acentuando la última sílaba, y no llana como se suele oír en radio y televisión, con el acento en la primera sílaba a modo de voz inglesa o latina; algo que solo sería posible si se escribiese con tilde en la "e".
Una sismicidad que como fenómeno natural
obedece a leyes y principios físicos, en este caso al principio de
inercia, resistencia que todos los cuerpos ofrecen al movimiento o cambio de
velocidad, en el que está fundamentada una de las dos escalas sismológicas
utilizadas, la escala de Richter.
También llamada escala de magnitud local, es la más conocida y científica de las empleadas para determinar la violencia de los terremotos, fue inventada y diseñada por el físico estadounidense Charles F. Richter en 1935. Basada en la amplitud de la mayor onda sísmica registrada por el sismógrafo, se trata de una escala abierta y logarítmica que se expresa en números árabes.
Pero siendo del todo necesario
su uso, resulta que no es suficiente pues puede ocurrir que un terremoto en
Japón de 8,8 grados en la escala de Richter, sea menos destructivo que uno de
6,2 grados en Italia. De modo que la intensidad de un terremoto no está del
todo determinada por su amplitud, sino que hay que tener en consideración
también sus consecuencias, empíricamente observadas.
Aquí es cuando aparece la segunda, la escala de Mercalli, que no se basa en los registros científicos realizados por los sismógrafos, sino en los efectos generados en las estructuras y en la sensación percibida por la gente.
Es decir
que mientras la Richter mide el movimiento sísmico en sí, la Mercalli mide los
daños que ese movimiento ha provocado. Y no es la única diferencia, la Mercalli
es una escala cerrada, lineal y que se expresa en números
romanos. Le dejo con Richter, ‘Solo los locos y los embusteros predicen
terremotos’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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