[Esta entrada apareció publicada el 17 de diciembre de 2021, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
De las pandemias y sus nombres. Le supongo al tanto del especial cuidado que, desde hace años, la OMS muestra a la hora de nombrar nuevas enfermedades emergentes humanas, tipo pandemia, evitando utilizar una nomenclatura que aluda al lugar o país donde se detectan, por lo que de estigmatizante y discriminatorio resultan para los mismos.
Remontándonos algo más de un siglo, sirvan
algunas ‘gripes geográficas’ que en el mundo han sido: “gripe rusa”
(1889-1890); “gripe española” (1918-1919); “gripe italiana” (1946-1947); “gripe
asiática” (1957-1958); y por supuesto la pandemia que padecemos, inicialmente
denominada por su origen chino de la ciudad de Wuhan, pero que afortunadamente
conocemos como la enfermedad del COVID-19, originada por el coronavirus
SARS-CoV-2.
Un virus que como todo microorganismo que se precie, no deja de mutar, presentando variantes de una misma cepa, de las que ya llevamos unas cuantas, y para las que con buen criterio la OMS ha decidido también evitar nombrarlas con pauta geográfíca. Y así, en mayo del 2021, el comité de expertos sobre virus de la organización decidió bautizar las nuevas variantes detectadas con nombres de letras griegas, lo que sin duda facilita la comunicación pública acerca de las mismas.
¿Cuántas variantes del SARS-CoV-2 hay y cómo se
llaman? Según publicó The British Medical Journal, estas son algunas de
las variantes registradas siguiendo el alfabeto griego: alfa o británica,
septiembre 2020; beta o sudafricana, noviembre 2020; gamma
o brasileña, diciembre 2020; delta, octubre 2020; épsilon,
marzo de 2020; eta, diciembre 2020; zeta, abril 2020; iota,
noviembre 2020; kappa, octubre 2020; lambda o peruana, diciembre
2020. Si recuerda los tiempos escolares y siguiendo la misma lógica, la última
variante detectada en Sudáfrica debería haberse llamado 'nu' o 'xi', al ser las
siguientes letras. Sin embargo, se denomina 'ómicron', ¿por qué?
Según un comunicado de Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV, por sus siglas en inglés) se ha decidido saltarlas por una cuestión práctica. 'Nu' ha sido descartada por su parecido fonético con el 'new' inglés y su fácil confusión con 'nuevo'. Y 'xi', porque podría asociarse con un nombre chino muy común. El presidente chino, sin ir más lejos, se llama Xi Jinping, y ya sabe del especial cuidado de la OMS para “evitar causar ofensa a cualquier grupo cultural, social, nacional, regional, profesional o étnico”.
De ahí que se saltara a ‘ómicron’, palabra que
como recoge el Diccionario de la lengua española, es esdrújula por lo
que se escribe con tilde en la primera “o”. Y con minúsculas, sin comillas ni
cursiva ya que, al igual que los nombres de enfermedades, virus y variantes son
sustantivos comunes como señala la Ortografía de la lengua española. Ah,
“Un virus es un trozo de ácido nucleico rodeado de malas noticias”.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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