martes, 30 de junio de 2020

Amor, matemática y literatura (y 4)

(Continuación) De ahí, de lo anteriormente expuesto, creo que proviene el vínculo popular entre el órgano del corazón y el sentimiento del amor. El más eficiente órgano sin duda del cuerpo, no olvidar que trabaja de manera ininterrumpida desde los primeros instantes de nuestra vida embriológica, hasta el último latido de nuestra existencia.
Corazón y cerebro
Pero no por ello pasa de ser más que un órgano ejecutivo principal que obedece al cerebro, el más importante de nuestro organismo, el órgano rector principal, donde se originan las órdenes que se trasmiten al resto del cuerpo en forma de impulsos neuronales, hormonales o enzimáticos.
Luego en cierto modo, pierden parte de razón aquellos que afirman categóricamente que el amor no tiene nada que ver con el corazón y viceversa. Es posible que exista una relación, incluso íntima entre ellos, aunque sea a través del cerebro que, como estudiamos en biología bachillera, es el principal órgano del sistema nervioso central.
Constituido fundamentalmente por la corteza cerebral, capa de tejido neuronal plegado que cubre la superficie de los hemisferios, tiene una estructura muy semejante en todos los mamíferos, encontrándose dentro del cráneo. Son las cascadas de neurotransmisores que genera, las causantes de que el corazón se acelere o aparezcan “mariposas en el estómago”, ya me entiende.
Por el contrario, en matemática, se dice que una magnitud es función de otra si el valor de la primera depende del valor de la segunda. Sí, es otra cosa.
El niño Amor, de Quevedo
Tercero y ultimo de los emparejamientos amorosos-matemáticos que les traigo, vinculado también al corazón y que viene de la mano de: una ecuación que no es más que la superficie tridimensional de un rojo corazón en 3D, poco habitual también en las matemáticas bachilleras.
Y un soneto de otro de los escritores del Siglo de Oro español más importante: Francisco de Quevedo (1580-1645), para quien el amor es todo contrariedad, pues no hace feliz a quien lo busca, proporcionando apenas disfrute. Juzguen ustedes mismos.
Es hielo abrasador, es fuego helado,  /  es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,  /  es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,  /  un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,  /  un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,  /  que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.  /  Éste es el niño Amor, éste es su abismo:
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada  /  el que en todo es contrario de sí mismo!
Adenda. Cuatro puntos de vista
Ya de la que va y para ir acabando, un final en forma de preguntas destinadas a usted. Desde el artístico, ¿con qué poema se ha sentido más identificado? ¿qué poeta le dice más a su corazón? Desde el matemático, ¿qué gráfico le ha parecido más representativo del amor? Desde el bioquímico, en su opinión: Amor, ¿corazón o cerebro? Y desde el psicológico: Amor, ¿emoción o sentimiento?
Es lo que de bueno tiene la ciencia, por cada respuesta dada aparece al menos una pregunta nueva. Cómo me gusta, tan diferente de la credulidad, la creencia y la fe (¿Continuará?).
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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