(Continuación) Segunda de las
historietas junto a ‘Cómo se abrió el
camino’ y que con el poema ‘Caminante
no hay camino’ conforman la terna de lecturas prometida.
‘Vasija y jardín’, dice así: “Cuenta
una leyenda india que un hombre transportaba agua todos los días a su casa,
usando dos vasijas que llevaba sujetas en los extremos de un palo y que cargaba
sobre sus hombros. Como una era muy vieja y tenía pequeñas grietas, cada vez
que el hombre recorría el camino de vuelta, la mitad del agua se salía por
ellas perdiéndose al caer al suelo.
Y así sucedió durante años, en los que
el hombre hizo siempre el mismo recorrido y la vasija más joven aprovechaba
para mostrarse orgullosa de su trabajo, segura de estar a la altura de la
misión para la cual había sido creada. Orgullo de vasija, que lo llamaría
alguien. Mientras, la otra vasija, la vieja, se moría de vergüenza consciente
de que a duras penas cumplía con la mitad de su tarea. Y en su enorme disgusto
apenas le servía de consuelo pensar que aquellas grietas eran, precisamente, el
fruto de muchos años de servicio, de muchas idas y venidas portando agua, de
mucho trabajo bien realizado.
Tan avergonzada estaba que un día,
mientras el hombre sacaba agua del pozo, decidió hablar con él: “Quiero pedirte
disculpas. Debido a mi largo uso sólo consigues entregar la mitad de la carga y
así apenas sacias la sed de tu casa. Lo siento”. A veces parece que las vasijas
pensaran como los hombres.
Sin embargo al oírla el hombre sonrió y
le respondió: “Mientras regresemos observa con cuidado el camino”. Así lo hizo
la vasija y asombrada pudo ver que por el lado donde ella iba, habían crecido
muchas flores y plantas. “¿Ves que la naturaleza es más bella por tu lado?”, le
comentó el hombre. “Como sabía que estabas agrietada resolví aprovechar este
hecho y sembré flores, hortalizas y legumbres, las mismas que tú has ido
regando durante años. Y gracias a ellas he recogido rosas para adornar mi casa
y he alimentado a mi familia con lechugas, coles y cebollas ¿Cómo podría
haberlo hecho, si no fueras cómo eres?”
Sabido es que todo y todos, llegado el
momento, envejecemos y perdemos cualidades, es algo tan cierto como evidente.
Pero lo que quizás no es tan sabido y evidente, aunque no por ello menos
cierto, es el hecho de que gracias a ese paso del tiempo adquirimos otras
cualidades que siempre, si se quiere, se pueden aprovechar. O al menos eso creo
o quiero creer.
Aunque si les soy sincero, tengo para
mí que la vieja vasija de la leyenda ficticia, salió mejor parada que muchos
humanos viejos de la vida real. Sí, estoy convencido. Aunque también puede ser
que, a veces, algunos hombres pensaran como las vasijas. (Continuará)
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