jueves, 27 de octubre de 2016

Siesta como fenómeno internacional

Como seguro saben, a lo largo del tiempo en toda la geografía terráquea han existido, existen y es de suponer existirán, grandes personajes históricos que han practicado y defendido la práctica de la siesta.

La lista sería interminable por lo que vayan sólo algunos de ellos, a modo de botón de muestra.

Desde el genial italiano L. da Vinci, el militar y gobernante francés Napoleón y el físico germano-estadounidense A. Einstein (“Las siestas son recomendables para refrescar la mente y ser más creativo”).

Hasta el músico alemán del romanticismo Brahms, el político estadounidense Reagan o el político inglés Churchill (“Hay que dormir en algún momento entre el almuerzo y la cena, y hay que hacerlo a pierna suelta: quitándose la ropa y tumbándose en la cama. Es lo que yo siempre hago”).

Como ven una siesta muy tipo Cela.

Pasando por el empresario estadounidense Rockefeller, su compatriota inventor Edison (“Soy capaz de dormir como un insecto en un barril de morfina a la luz del día”) y entre los españoles, los ya citados Dalí y Cela o los políticos Fraga y Pujol.

Dueño el gallego de la "calle" y el catalán de la "pasta".

Todos famosos y distintos pero con algo en común. Admitían dar cabezaditas y confesaban rendir mucho más después de ellas.

Y aunque les decía más arriba que se trata de una costumbre practicada en todo el mundo, no podemos obviar un detalle al respecto: la influencia del factor geográfico.

Conforme más cerca se esté del ecuador terrestre, más necesaria y beneficiosa resulta la siesta al evitar el trabajo en las horas más calurosas del día.

Una cuestión de inclinación de los rayos solares como saben, determinante también del cambio de estación, de la astronómica y de la meteorológica.

De modo que visto así, no tiene un origen religioso todo el asunto de la práctica de la siesta. En principio se trata sólo de una cuestión de naturaleza biogenética y de localización geográfíca.

Y hasta aquí lo que sé de la siesta entre artistas y artistas. Entre arte y arte. Otra cosa son los conocimientos científicos y sus advertencias, o sea la ciencia de la siesta.

Ciencia de la siesta
Sus advertencias digo porque, mientras son muchos los médicos y expertos que a nivel internacional, recomiendan una siesta de veinte a treinta minutos (típica cabezada, como hecho fisiológico que no guarda ninguna relación con un problema del sueño), son auténtica minoría los que avalan la “siesta pijamera”.

Precaución.

Preocupación porque dormir ese tipo de siesta de manera habitual puede perfectamente ser un indicador de que se sufre, por ejemplo, de apnea del sueño por la noche, y causa por tanto de esa imprescindible y larga siesta de tarde.

Así que mejor siesta breve, que tirar de orinal al modo de don Camilo. Caución.

Solo un pequeño descanso, un descabezar el sueño, del que ya dijimos no es privativo ni de una localidad en concreto ni de una estación del año en particular.

Les digo esto porque estas siestas minuteras del parece ser ya agotado veroño español, están resultando al menos para quien esto escribe, de lo más salutífera mental y físicamente hablando.

Con lo que volvemos donde lo dejamos.

¿Qué beneficios nos reporta la siesta en general? ¿En qué otros lugares del mundo se practica? ¿Cuánto debe durar una buena siesta? ¿Cuáles son sus beneficios según su duración? ¿Qué decir de la siesta y los españoles?



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