domingo, 6 de abril de 2014

“El perro de San Roque no tiene rabo... (y II)


(Continuación) Allí se describe cómo debe amputarse una cola y por qué razón. Así que como pueden leer, el asunto del corte de rabo perruno, nos viene ya de antiguo a los humanos.

Para Columela había dos motivos que justificaban el corte de cola o caudectomía, que es el nombre científico-técnico que recibe esta extirpación quirúrgica.

Uno sanitario, al creer que con dicha extirpación parcial se prevenía de la rabia, una enfermedad mortal para esta especie de animales. Y otro estético, a fin de que dicha cola no tuviera una longitud que afeara al animal.

Y en la actualidad, ¿qué se piensa al respecto?
Afortunadamente, la sensibilidad del hombre hacia los animales ha aumentado con el paso del tiempo.

Y aunque la extirpación de este apéndice es una operación quirúrgica que se realiza con un instrumental especializado y va acompañada de anestesia general y sutura, a nadie escapa que el riesgo y las molestias operatorias existen. Por lo que precaución.

Las razones que se argumentan para su realización varían según la raza.

Por ejemplo, en perros de granja y pastores, es por el riesgo de traumatismo al pillarse la cola con una puerta o cerca; también, en los de pelaje largo, para mantener limpia la región anal.

En perros de caza, sin embargo, es por las posibles lesiones que causan espinos, matojos y zarzas durante la actividad cinegética. En mastines y perros de guarda, porque así ofrecen mayor dificultad para poder ser agarrados y heridos.

Y en otras razas, por una simple cuestión estética. De modo que motivos no faltan. Es evidente que se trata de una costumbre muy arraigada.

Ya fuese por cuestiones estéticas, sanitarias, económicas o incluso religiosas, las colas de los perros se han cortado durante siglos.

La cuestión económica
Les digo cuestiones económicas porque, a principios del siglo XVIII el gobierno británico -en ese afán compartido por todos los gobiernos que en el mundo han sido y serán-, decidió que necesitaba recaudar más impuestos.

Y naturalmente se puso manos a la obra, buscando nuevas y alternativas formar para gravar los bienes personales de sus ciudadanos. Pueden creerme si les digo que no se cortaron un pelo.

Los británicos tuvieron que pagar impuestos tanto por el número de ventanas que tenían sus casas, como por los perros que vivían en ella, entre otras lindezas impositivas.

Como es de suponer, los hijos de la pérfida Albión se rebelaron contra estas medidas y, al menos, en el asunto de los canes lograron que quedaran exentos del impuesto los perros de trabajo, los de las granjas.

Pero claro, había que demostrar que eran auténticos perros de granja. Y la prueba no era otra que, tuvieran su cola cortada. De ahí que al pastor inglés se le conozca como bobtail, es decir, “cola cortada”.

Lamento no poder decirles cómo quedó la cuestión de las ventanas. Pero si están interesados me lo hacen saber y procuro informarme. De lo que sí les escribiré más adelante es sobre la relación entre la Genética y el rabo corto de algunos perros.


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