miércoles, 2 de abril de 2014

El “climático cambio” del cambio climático (y 2)


(Continuación) Ya lo ven. Un cambio climático, hace ya casi quinientos años, recogido en una pintura, acreditado por la ciencia y al que una moderna disciplina, la Paleoclimatología, le pone un origen cósmico.

Ya les avisé del papel de chivo expiatorio o cabeza de turco del cuadro.

Chivo expiatorio cósmico del cambio climático
Estudios recientes en el campo de la Paleoclimatología han puesto de manifiesto que, esa época de frío extraordinario a la que nos estamos refiriendo, estuvo asociada a una mayor penetración de los rayos cósmicos en la atmósfera terrestre, que vino acompañada de un incremento de la nubosidad y de un fuerte descenso de las temperaturas.

Una ingente cantidad de estos rayos cósmicos -protones procedentes del espacio exterior, en su mayoría de las explosiones de supernovas de la Vía Láctea y de alto contenido energético, debido a su gran velocidad, muy cercana a la de la luz-, que dejaron su huella indeleble en glaciares, fósiles y sedimentos geológicos.

La misma cuyo rastro buscan y estudian los paleoclimatólogos en la actualidad.

Claro que también existen otras hipótesis sobre la penetración cósmica. Unas según las cuales, su alto grado de incursión atmosférica podría estar relacionada con una baja actividad del Sol y del viento solar.

O lo que es lo mismo, de aquel flujo de partículas subatómicas que viajan desde nuestra estrella hasta los altos estratos de la atmósfera y que nos protege de este “peligro cósmico”.

Pero ya hemos dicho que, como alternativa a este origen cósmico tenemos otro. El antropogénico, el de la actividad humana. Y tras su desarrollo teórico está un proyecto experimental que atiende al acrónimo de CLOUD. Sí no es broma, “nube”.

CLOUD
Con el objetivo de encontrar al menos evidencias, más o menos claras, y poder así despejar dudas sobre la magnitud de la contribución de la actividad humana, en la variación del clima global de la Tierra, hace ahora cinco años, en el 2009, un grupo de investigadores pusieron en marcha el proyecto Cosmic Leaving Outdoor Droplets (CLOUD).

Con su sede en los laboratorios del CERN de Ginebra (Suiza), este experimento fue ideado para intentar desentrañar, cuánto interviene la actividad humana en el cambio climático.

Para ello aplica la física de alta energía al campo de la climatología, e investiga las interacciones físicas entre los rayos cósmicos y las partículas que componen nuestra atmósfera.

Si están interesados en el tema, me pueden escribir para darles referencias. Creo recordar, perdonen pero les escribo de memoria, que los primeros resultados de CLOUD fueron publicados por la prestigiosa revista Nature.




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