jueves, 8 de agosto de 2013

Otra vuelta (de tuerca) a la sensación térmica


La entrada anterior la acababa advirtiéndoles de la existencia de otro factor interviniente en la sensación térmica, y que era de naturaleza individual o personal: el índice de indumento o aislamiento térmico que proporciona la ropa que llevamos puesta.

Índice de indumento
Ha de saber que con las prendas de abrigo sobre nuestro cuerpo cuando andamos por la calle, o con las mantas y edredones con las que nos tapamos cuando nos acostamos en la cama, lo que realmente hacemos es aislarnos de la temperatura ambiente.

Impidiendo que se produzca el flujo negativo de energía desde nuestro cuerpo hacia el exterior y que sintamos frio.

Pero no nos proporcionan calor. No es cierto. Simplemente nos aíslan, desde el punto de vista térmico, del aire de la habitación y lo hacen, además, por partida doble.

En primer lugar reteniendo una capa de aire caliente próxima a nuestro cuerpo, que nosotros mismos hemos calentado y, en segundo lugar, disminuyendo la inevitable transferencia de energía con el resto de la habitación, al estar fabricadas con materiales de baja conductividad térmica.

Así se evita que salga energía de nuestro cuerpo, flujo negativo, que disminuya nuestra temperatura corporal y que sintamos frio. O calor.

O calor porque, con la misma finalidad, los habitantes del desierto se cubren el cuerpo con ropa abundante para así aislarlo del aire del exterior que, en esas zonas terrestres donde las precipitaciones casi nunca superan los 250 mm al año y el terreno es árido, está a bastante mayor temperatura durante el día, que el cuerpo humano.

Se cubren por completo y, de esta forma, impiden que entre energía en sus cuerpos, flujo positivo, que aumente su temperatura corporal y que sientan calor.

Índice metabólico
Dejando a un lado las circunstancias externas, condiciones ambientales e índice de indumento, la temperatura constante de nuestro cuerpo, al ser animales de sangre caliente, también depende de nuestro metabolismo.

Ese conjunto de transformaciones (cambios y reacciones) físicas, químicas y biológicas que ocurren tanto a nivel celular como en el organismo.

Unos complejos procesos interrelacionados que constituyen la base de la vida a escala molecular, y que posibilitan diversas y vitales actividades celulares: crecer, reproducirse, mantener sus estructuras, responder a estímulos, etcétera.

Un metabolismo en líneas generales exoenergético, que es distinto en cada persona. Que ese es otro detalle a tener en cuenta. De ahí que el agua cuando nos bañamos, para unos esté buena y para otros esté fría. Les estoy hablando del índice metabólico.

Y en función del cual podemos redefinir la sensación térmica, ahora como la diferencia entre la energía producida por el metabolismo del cuerpo y la que se libera hacia el entorno.

Si la primera es mayor, la sensación es de calor; si lo es la segunda, la sensación es de frío.

Naturalmente podemos influir en ambos procesos, producción y pérdida de energía térmica del cuerpo, lo que influirá en la sensación térmica que experimentemos.

De forma espontánea, el cuerpo humano desnudo tiene posibilidades de regular el flujo de energía, para unas temperaturas ambientales comprendidas entre los 15 y 30 °C.

Una capacidad que difiere de un individuo a otro por razones morfológicas.

Fuera de estos límites tenemos que hacer algo para modificar los parámetros que determinan, tanto la producción como la pérdida de energía.

Si se trata de producir, se puede aumentar su cantidad principalmente por el ejercicio físico. Si se trata de pérdida, se puede reducir abrigándose con ropa (índice de indumento).

Por ejemplo en un día frío, veinticinco personas pueden estar corriendo por un campo de fútbol, separados entre sí, sólo vestidos con camiseta y calzona, e incluso sudando; mientras que en las gradas, veinte mil espectadores bien abrigados y apiñados pasan frío.

Aunque eso sí, cada uno suda y pasa frío en grado diferente.

La temperatura es la misma para todos, pero cada uno tiene una sensación térmica distinta. Están relacionadas pero no son proporcionales.


1 comentario :

Elisa Gómez dijo...

Muy clarificadora toda la serie