martes, 13 de agosto de 2013

A. EINSTEIN: UNA BIOGRAFÍA. Ancianidad (I)


De nuevo juntos (con “Sol”)
Unos meses antes de que empezara la guerra en Europa, llega a Princeton Maja, la hermana querida. Con el tiempo, el parecido entre los hermanos se había acentuado.

Como Elsa, Maja se peinaba de forma alborotada el pelo, al estilo de Albert, y su brillante tono plateado le había granjeado el apodo de “Sol”.

En la casa de Mercer Street viven ahora con el genio: su hijastra Margot, su secretaria Helen, su hijo Hans y familia y su hermana Maja. Y desde que murió Elsa, al frente de todo, la “cancerbera” Dukas.

En cierta ocasión, viendo desde la casa como unos periodistas acosaban al físico corrió a su busca gritando: “Profesor Einstein, no diga nada, no diga nada, que son periodistas”. Prevenía posibles declaraciones del científico, mal interpretadas después por los periodistas.

Los chicos de la prensa siempre han sido iguales.

Las cartas a Roosevelt
Comprendiendo el poder destructivo, de la más que posible reacción nuclear en cadena, los físicos O. Hahn, L. Szilard y E. Teller se lo comunicaron a Einstein en el verano de 1939. Al enterarse, dijo: “Nunca pensé en ello”.

El motivo de la visita era, también, que firmara una carta que pensaban mandar al presidente Roosevelt. Le alertaban de la peligrosidad de las “bombas extremadamente potentes”.

Para avalar la carta, buscaban el prestigio científico y la integridad personal de Einstein. El genio aceptó y, de hecho, la carta sólo fue firmada por él. Era suficiente, más que suficiente.

Proyecto Manhatan
Llegó a las manos del presidente y fue llevada por un íntimo amigo suyo, Alex Sachs, el 11 de octubre de 1939, pocos días después de que Alemania invadiera Polonia y comenzara la Segunda Guerra Mundial.

Y no fue la única carta.

A principios de 1940, las reuniones de Sachs con Einstein en Princeton eran frecuentes. Se discuten los avances de los europeos en física nuclear y la necesidad de que el gobierno acelere las ayudas a la investigación estadounidense.

Se opta por mandar, el 7 de marzo, una segunda carta al presidente. Le acucian con los avances de los alemanes en sus experimentos con uranio. Una tercera carta, del 19 de abril, exige una implicación a gran escala del gobierno.

Es el pistoletazo de salida del Proyecto Manhatan. Szilard ya había publicado un trabajo sobre un método para producir una reacción en cadena en el uranio.

La Era Nuclear está aquí
Por su parte, en Inglaterra, los físicos O. Frisch y R. Peierls calculan la cantidad de uranio necesaria para fabricar una bomba nuclear. No son necesarias toneladas como se pensaba. Bastan unos kilogramos.

Otros científicos realizan el proyecto completo para su construcción: materiales, dinero, tiempo, personal, etcétera. Todo está preparado.

No hay la menor duda de que la Era Nuclear se había puesto en marcha, al margen de la famosa carta de Einstein a Roosevelt.

En la ciudad de Trenton (New Jersey), el 1 de octubre de 1940, Margot, Helen y Albert juran la nacionalidad estadounidense y son declarados ciudadanos de este país. Aunque Albert siguió conservando la suiza.

Días después daba un concierto de violín en Princeton, para ayuda a la infancia.

Sin embargo, y a pesar de las advertencias, el gobierno de los EE.UU. no se dio prisa en potenciar la investigación sobre la peligrosa fisión nuclear. No fue hasta el 6 de diciembre de 1941, que se dio vía libre al proyecto. Tomaba velocidad el Proyecto Manhatan.

La situación la resumió, de forma sucinta, el presidente Roosevelt: “Alex, te vas a ocupar de que los alemanes no nos vuelen por los aires”. Alguien añadió: “Eso requiere acción”. Y vaya si la hubo.

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