viernes, 5 de abril de 2024

¿Son necesarias las fórmulas en la divulgación científica? (1)

(Continuación) Como bien sabe estos caracteres no son los galileanos triángulos, círculos u otras figuras geométricas, sino aquellos que provienen del cálculo infinitesimal (derivadas, integrales o ecuaciones diferenciales).

Y cuyo descubrimiento no se produjo hasta unas décadas después dando un sentido literal, profundo y trascendente a la frase de Galileo; tanto, como probablemente éste jamás hubiera imaginado, ‘El gran libro de la naturaleza está escrito en símbolos matemáticos’.

Del lenguaje matemático

No existe duda alguna que sin el cálculo no existiría la física moderna, de hecho y no es por casualidad que el genial inglés Isaac Newton (1643-1727) sea uno de sus padres; en palabras del aforista y polifacético barcelonés Jorge Wagensberg (1948-2018), ‘Dios pudo inventar la física, pero tuvo que aceptar la matemática’. Grande.

Aunque solo sea una pincelada, y en honor a la verdad, poner negro sobre blanco que el cálculo infinitesimal y sus dos áreas fundamentales, cálculo diferencial y cálculo integral, fue inventado también, de manera independiente, por el polígrafo alemán Gottfried Leibniz (1646-1716). Al César lo que es del César,…

Y tras estas referencias bibliográficas, la pregunta de marra ¿son necesarias las ecuaciones matemáticas en la divulgación de la ciencia, teniendo en cuenta su, para muchos, tremendo poder disuasorio para el aprendizaje entre el alumnado?

Recuerdo de un compañero que en su momento, década de los años ochenta del siglo pasado, retardó leer La lógica de la investigación científica (1934) por su exceso de símbolos y lógica.

Nada menos que la obra del filósofo, politólogo y profesor austriaco-británico Karl Popper (1902-1994), fundador del falsacionismo y célebre por sus teorías de la falsabilidad y el criterio de demarcación. En todos lados cuecen habas, y en algunos a calderadas.

Modelos, metáforas, analogías, anécdotas,…

No son pocos los escritos y libros de divulgación publicados sin (casi) fórmulas, me incluyo entre los autores, destinados para un tipo de lector no especializado, en los que se usan una gran cantidad de modelos, metáforas, analogías y hasta anécdotas para explicar fenómenos más o menos complejos, y que en principio parecen funcionar.

Digo en principio porque a medio y largo plazo siempre surge una duda de fondo acerca de la utilidad de dichos recursos ¿Conoce el destinatario las limitaciones de dichos modelos, por ejemplo, los atómicos? ¿Es consciente de la comparación que suponen ser las analogías? ¿Le queda clara qué parte de la metáfora es relevante? (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

 


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