Y
principalmente tienen aplicaciones industriales, médicas y han sido cruciales
para nuestra comprensión del universo por lo que, en ese sentido, no andaban
desencaminados los alienígenas. En cualquier caso, una complicación científica
lo de la existencia de los “sophones”, y lo peor es que no queda aquí la cosa,
no.
Otras complicaciones “sophonitas”:
entrelazamiento cuántico
En
la ficción los sophones pueden comunicarse entre sí y con sus dueños mediante
un supuesto entrelazamiento cuántico, hasta aquí lo compro,
y hacerlo de manera
instantánea con lo que tendría que ser a velocidad infinita (c = ∞). Esto, verá, me cuesta
más.
Del entrelazamiento cuántico sabemos que es una propiedad predicha en 1935 por los científicos Einstein, Podolsky y Rosen en su formulación de la llamada paradoja EPR, una expresión que fue utilizada por Schrödinger para describir un fenómeno de mecánica cuántica demostrado empíricamente.
Pero
cuya relevancia para la física teórica no fue bien comprendida inicialmente, y
en esas seguimos al tratarse de un fenómeno solo cuántico o sea sin equivalente
clásico, uno en el que los estados cuánticos de dos o más objetos se deben
describir mediante un estado único.
Que involucra a todos los objetos del sistema, aun cuando estén separados espacialmente, lo que posibilita establecer correlaciones entre propiedades físicas observables, algo de lo más interesante; de aquí que le dijera que lo compro, es posible dicho entrelazamiento cuántico si bien está por ver, cuánto lo es de ser probable.
Otras complicaciones “sophonitas”: la velocidad de
la luz “c”
Otra
cuestión es la de que dicho entrelazamiento cuántico se realice de manera instantánea, con lo que tendría que
ser a velocidad infinita (c = ∞); un mal asunto donde los haya porque, hasta donde
sabemos, la velocidad de la luz en el vacío es la más alta conocida y posible, una
constante universal cuyo valor es 299 792 458 m/s.
Se
trata del segundo postulado de la Teoría de la Relatividad Restringida o Especial
(TRE) de
1905, el de la invariabilidad de c, según el cual la luz
se propaga en el vacío siempre con una velocidad constante e independiente de los
estados de movimiento del cuerpo emisor y del observador.
Simbolizada
con la letra c (del latín celéritās, “celeridad” o “rapidez”),
en el lenguaje común se suele aproximar a 3 · 108 m/s o 300 000 km/s;
en recuerdo de los tiempos escolares, ¿me podría decir cuántas vueltas le daría
la luz al planeta en un segundo? (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
1 comentario :
Ficción, ciencia ficción..., me imagino que lo completará con ciencia. Una inteligente estructuración, enhorabuena.
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