[Esta entrada apareció publicada el 19 de abril de 2024, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Una mirada a la documentación histórica existente al respecto invita a pensar que la aportación de España al mundo de la ciencia y la técnica a lo largo de su historia, no ha llegado ni por asomo al que ha alcanzado en el de las artes (literatura, pintura, música, ...), ¿significa que estamos menos dotados para ellas? ¿que somos menos proclives?
Por supuesto que no, nada
más lejos de la realidad, es mi opinión claro, pero que se puede comprobar
volviendo ahora a ver, mirar con atención, dichos textos o lo que es mejor,
observar en ellos que no son pocos los científicos e ingenieros españoles cuyas
aportaciones (teorías, inventos, investigaciones) han alcanzado un excelente y
destacado nivel científico a escala internacional.
Sin ánimo de ser exhaustivo ni intención de agotar el tema, no es el lugar para ello, se me vienen al teclado un abultado manojo de científicos y sus aportaciones de los que le ofrezco una breve muestra por orden cronológico de los primeros, a falta de otro mejor criterio.
Mi prontuario arranca en el siglo XIV con el valenciano padre mercedario Juan Gilabert Jofré (1350-1417), que dedicó su vida a la atención de los enfermos mentales, creando un hospicio que fue el primer centro psiquiátrico del mundo con una organización terapéutica. Un adelantado a su época. Seguido en el XV con el segoviano Domingo de Soto (1494-1560) fraile dominico, teólogo y el primero en establecer que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración constante, como así reconoció el pisano Galileo (1564-1642) algún tiempo después.
O el ingeniero e inventor cremonés italiano Juanelo
Turriano (1500-1585), conocido sobre todo por su máquina hidráulica que
construyó para subir el agua a Toledo desde el río Tajo, el Ingenio de
Toledo o Artificio de Juanelo.
Ya el siglo XVI se inicia con el montisonense de Huesca Pedro Juan de Lastanosa (¿?-1576) matemático, cartógrafo e ingeniero que, según algún exégeta, disputa a Juanelo la autoría de los complejos sistemas de relojes y las grandes elevaciones de aguas con extraños artificios. Ahí lo dejo, pero seguido de los sevillanos Alonso de Santa Cruz (1505-1567), cosmógrafo e historiador renacentista, sabio de la Casa de Contratación y reconocido “cosmógrafo de hacer cartas y fabricar instrumentos para la navegación”.
Y, naturalmente, el gran Nicolás Monardes (1508-1588) destacado médico y botánico, creador del primer jardín de plantas traídas de América y considerado por muchos como “Padre de la Farmacología”. Con posterioridad el polígrafo sigenense de Huesca Miguel Servet (1511-1553) mártir, hereje, hombre obstinado, temerario y libre pensador donde los haya, reconocido sobre todo por su trabajo sobre la circulación pulmonar. ‘Ninguna ciencia, en cuanto a ciencia engaña; el engaño está en quien no sabe’, M. de Cervantes. (Continuará)
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