miércoles, 15 de noviembre de 2023

Einstein, Nobel y Relatividad. Concesión: entrega y aceptación

(Continuación) Quien sí lo recibió en mano fue el físico danés Niels Bohr (1885-1962) ‘por sus servicios en la investigación de la estructura de los átomos y de la radiación que de ellos emana’, y también se leyeron dos discursos correspondientes a la distinción en Física.

Uno elogiando el trabajo de Einstein, por su explicación teórica del efecto fotoeléctrico, y otro loando la obra de Bohr, sobre la estructura de los átomos y la radiación que emiten.

De haber asistido el alemán, se habría producido una confluencia única, la de dos grandes genios de la física -cuyas teorías (relatividad y cuántica) constituyen, junto a la teoría del caos, los tres pilares en los que se asienta la actual Física Moderna-, recibiendo el Premio Nobel de Física. Estotra singularidad más. (‘Dios no juega a los dados’ ‘Einstein, deja de decirle a Dios lo que debe hacer’.

Abril de 1923. Recepción

De modo que Einstein no tuvo en su poder la medalla y el diploma hasta que lo recibió de la mano del embajador en Berlín en abril de 1923, a la vuelta de su estancia en España (Barcelona, Madrid, Zaragoza).

Recordar de ésta que duró veintidós días, iniciándose el jueves 22 de febrero de 1923 con su llegada a Barcelona y acabando el 15 de marzo, también jueves, con despedida real en Madrid y destino hacia Francia, Berlín, Suecia, etcétera. Una visita quizás “algo olvidadita”.

Una recepción parcial del premio porque aún tuvo que esperar unos meses para recibir su importe en metálico, y es que los estatutos del Nobel establecen que, para la cuestión monetaria, antes el premiado debe pronunciar, inexcusablemente, un discurso de recepción sobre el motivo del trabajo premiado.

11 de julio de 1923. Discurso de aceptación

El mismo que no tuvo lugar hasta unos meses después, aprovechando la celebración de la 17.ª Asamblea Nórdica de Naturalistas en Gotemburgo, Suecia, y donde le recordaron que sus palabras de aceptación debían versar sobre el tema por el que había sido premiado; de modo que ni una palabra sobre la relatividad podía salir de su boca. Ya, debió pensar él.

Para empezar, llegó tarde a la ceremonia y se sentó al fondo del salón donde estuvo hasta que alguien le reconoció y le llevaron al estrado junto al rey y otros dignatarios. Y fue entonces cuando, ante un millar de personas y con Arrhenius como maestro de ceremonias, se tomó su pequeña revancha. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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