sábado, 4 de noviembre de 2023

DCPS. Calle Samuel Morse (y 2)

(Continuación) El malo fue que, una vez formado artísticamente y de vuelta en los EEUU, descubrió el poco interés de sus compatriotas por estos temas pictóricos; el bueno que, ni corto ni perezoso decidió sobre la marcha convertirse en retratista, una más que sabia y lucrativa elección pues llegó a ser uno de los más reconocidos e importantes de su época, siendo su cuadro más célebre el retrato de La Fayette (1825).

Pero telégrafo oportunista

Dejando estos terrenos artísticos y volviendo a los científicos he de decirle que no fue hasta un segundo viaje que hizo el artista a Europa, cuando se despertó su interés por la electricidad y, en concreto, por el incipiente invento del telégrafo.

Y una vez de vuelta a casa, nuestro hombre se puso manos a la obra no tardando en darse cuenta que, con sus poco más que elementales conocimientos de electricidad, jamás lo conseguiría, por lo que no dudó en acercarse al altruista físico estadounidense Joseph Henry (1797-1878) quien, por supuesto, no tuvo ningún inconveniente en ayudarle con su amplio saber teórico y dilatada experiencia.

Al fin y al cabo, él ya había construido uno en 1831 capaz de cubrir una distancia de un kilómetro y medio usando para ello electroimanes, pero no se le ocurrió patentarlo y es que hay personas así, lo suficientemente generosas e inteligentes para inventar pero no para patentar inmediatamente lo inventado. Un error.

Y hombre ingrato

Y le instruyó en todo lo que pudo y supo, como unos meses antes lo había hecho con el británico Charles Wheastone (1802-1875), un idealismo que propició que, en 1837, Wheastone y el inglés William Cooke (1806-1879) obtuvieran la patente británica del telégrafo eléctrico, no mencionando ni por asomo, la aportación de Henry.

En este mismo y mezquino comportamiento, y por partida doble, no le fue a la zaga nuestro protagonista de hoy quien, como ya sabemos, en 1843 consiguió la patente, no sólo del invento, negando por supuesto su intervención, sino de un alfabeto telegráfico.

Ya sabe, un código consistente en la asignación a cada letra y número de una cantidad de puntos y rayas, que son transmitidas a intervalos más o menos largos, y que es conocido como código Morse, a pesar de que su autor fue el destinatario del primer telegrama, su socio y ayudante fundamental en el desarrollo del telégrafo comercial A. Vail.

Para acabar y, a título de curiosidad, ¿sabe que el Titanic fue el primer barco en enviar un SOS como señal de socorro, antes de hundirse la noche del 14 al 15 de abril de 1912? (¿Continuará?)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 29 de mayo de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.

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