martes, 14 de noviembre de 2023

Einstein y Charlot [CR-246]

[Esta entrada apareció publicada el 10 de noviembre de 2023, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

El científico y el artista se conocieron en 1931, a bordo del barco que les llevaba a los EE. UU. y durante la travesía trabaron cierta amistad, de modo que cuando Chaplin estrenó su película ‘Luces de la ciudad’, el matrimonio Einstein fue su invitado de honor. Tuvo lugar el 30 de enero de 1931, en el nuevo y fastuoso teatro Los Ángeles de Broadway, y eran otros tiempos. Un físico y un cómico juntos en un espectáculo público, algo excepcional pero no único porque el dúo de genios repitió la experiencia. Parece ser que, pasado un tiempo, volvieron a coincidir en un acto del que lamento no tener más información sobre el mismo, pero todo apunta a que fue cuando se produjo el asunto que nos trae.

Según cuentan, el físico le confesó al cómico: “Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal; todo el mundo le comprende y le admira”, a lo que le replicó: “Lo suyo es mucho más merecedor de respeto; todo el mundo le admira y prácticamente nadie le comprende”. El motivo de la popularidad del físico eran sus teorías sobre la relatividad, un nuevo campo de conocimientos nada, nada, fácil de entender incluso para especialistas y buena prueba es que no faltan historias a propósito de tal dificultad, unas reales y otras apócrifas. De hecho, el Premio Nobel en Física de 1921 le fue concedido por su teoría del efecto fotoeléctrico, no por las relativistas que resultaban ser demasiado polémicas en lo científico, por especulativas, y en lo político, por revolucionarias.

Para que se haga una idea de cuánto, sepa que Einstein fue propuesto para el premio, por primera vez en 1910 y, desde entonces, llegó a ser finalista todos los años menos dos. Y aunque se lo concedieron en 1922, en realidad era el del año anterior pero no lo recibió hasta el siguiente, tal era el carácter reacio y conservador del comité del galardón, frente a los “relativistas desatinos”. Para entonces, sin embargo, ya era mundialmente famoso por una relatividad que nadie entendía, lo que no era óbice para que todos lo admiraran.

Recién acabada esta entrega me llega otra posible fuente de la admiración mutua y de la que a mi entender es prima hermana. Comparten protagonistas, pero cambia la forma como sucede al mandarle Einstein un telegrama: “Su película 'La quimera del oro' se entiende por todo el mundo y estoy seguro de que usted será un gran hombre”. Y Chaplin le contestó: “Yo le admiro más. Su relatividad no la entiende nadie, pero usted se ha convertido en un hombre famoso”. No sé qué le parece a usted, pero la película es de 1925. O sea.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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