jueves, 26 de marzo de 2020

¿Quién mató al Amor? (1)

La cólera de los débiles
O sea, el Odio. De todos los días terribles que en la historia del mundo han sido, uno, especialmente uno, resultó ser el que más. Fue, aquel en el que el Odio, que como bien es sabido reina sobre todos los malos sentimientos y peores defectos que puedan existir, los convocó urgentemente a una reunión, y a ella acudieron prestos, con curiosidad ¿Cuál podía ser la causa?, se preguntaban los deseos más perversos y negros que pueden anidar en el corazón humano. Solo hasta que no estuvieron todos, el taimado Odio no apareció y entonces les espetó: “Los he reunido aquí porque deseo, con todas mis fuerzas, matar a alguien”.
A pesar de tan dura afirmación, lo cierto es que los asistentes no se sorprendieron, esa es la verdad. Era el Odio quien hablaba y, al fin y al cabo, él andaba siempre queriendo matar a alguien. Ya, pero no es menos cierto que se extrañaron, preguntándose quién era tan difícil de matar como para que el Odio los necesitara, eso sí era extraño.
La respuesta no tardó en llegar: “Quiero que maten al Amor. Una maliciosa sonrisa iluminó el rostro de los presentes, dejando ver sus más íntimos y malévolos pensamientos. Todos querían ser el asesino, pero se les adelantó el Mal Carácter: “Yo lo haré, en un año el Amor estará muerto. Le provocaré tanta discordia y rabia que no lo soportará”.
De modo que quedaron en reunirse de nuevo al cabo de ese tiempo, pasado el cual, oyeron algo que les dejó tan sorprendidos como decepcionados: “Fracasé. Cada vez que yo sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante. Lo intenté todo, todo”. Era increíble, dijeron los malos sentimientos.
Solo frente a todos
Fue entonces cuando, muy diligente, se ofreció la Ambición quien alardeando dijo: “En vista de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Le enseñaré el deseo por la riqueza y el poder, una tentación que no podrá superar. Seguro que no”. Y empezó un duro ataque ante el que el Amor se tambaleó, tal fue su despliegue, y casi terminó sucumbiendo infectado de ambición, pero no se entregó del todo.
Después de mucho resistirse se pudo reponer, con la fuerza necesaria y suficiente como para renunciar al deseo desbordado de poder y riqueza. Tras él, y furioso por el fracaso de la Ambición, el Odio envío a los Celos, quienes burlones y perversos, inventaron toda clase de artimañas y situaciones para despistar al Amor, para lastimarlo con dudas y sospechas infundadas.
Y por supuesto que, confundido y encelado, sufrió, lloró y pensó, incluso, en morir o en matar, que no es más que otra manera de morir. (Continuará)
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