jueves, 7 de noviembre de 2019

El legado de la Noether

(Continuación) En el aspecto docente se cuenta que sus clases en Göttingen eran famosas por su originalidad y falta de formalidad, peculiaridades a las que había que añadir su enorme facilidad para explicar y clarificar conceptos que, a otros compañeros, les resultaban muy difíciles de enseñar. Y claro, con semejantes premisas académicas, docentes y didácticas, empezaron a llegarle discípulos de todo el mundo para formarse con ella, ‘los chicos de la Noether’.
Cuentan que los trataba como una madre en sus problemas personales, pero como una implacable jefa en lo concerniente al trabajo matemático. Vamos que eran como una familia. Uno de estos discípulos escribió: “Era para nosotros una amiga leal y, al mismo tiempo, un juez severo e incorruptible”.
Como persona, Emmy Noether, siempre fue especialmente generosa y ayudaba a sus colegas y estudiantes, cediéndoles ideas, demostraciones, trabajos o comentarios que ella no utilizaba en sus investigaciones. Por eso su gran obra matemática no se debe juzgar exclusivamente por sus publicaciones que, cierto es, siempre tuvo bastante abandonadas.
Para ser justo a la hora de ponderar su contribución a las matemáticas, sin duda alguna hay que hacerlo analizando la influencia que ejerció en su entorno, induciendo y estimulando el trabajo de sus alumnos y compañeros, porque es en ellos donde toman cuerpo y forma, muchas de sus ideas y sugerencias. Para que se haga una idea de su relevancia profesional, a comienzos de los años treinta del siglo XX había discípulos suyos ejerciendo en todas las universidades del mundo.
Pero la discriminación que sufrió Emmy no fue sólo por ser mujer, por desgracia otros prejuicios se cernieron sobre ella. Y a su condición de judía hay que añadir, de un lado, su inclinación política socialdemócrata y, del otro, su actitud pacifista. Un mal cóctel para los tiempos que llegaban.
Camino de Princeton
Malos tiempos para la lírica y así, en 1933, con la llegada al poder en Alemania de los socialistas, Emmy, como otros profesores judíos pierde su puesto de trabajo y, a finales de ese año, marcha a los EE. UU. como profesora, invitada por una universidad femenina. Poco después comienza a trabajar en Princeton, donde ya estaba Albert Einstein, que se refiere a ella como “la más grande, significativa y creativa genio matemático, producida en la historia del desarrollo educativo de las mujeres”.
Por desgracia esta nueva etapa duró poco, tan solo dos años. El 14 de abril de 1935 murió sorpresivamente a causa de las complicaciones de una, en principio sencilla, operación abdominal consistente en la extracción de un quiste que resultó ser “del tamaño de un melon” según el informe medico. Tenía 53 años, estaba en el apogeo de su capacidad creativa, era la mejor matemática de su tiempo y uno de los mejores matemáticos (masculino genérico) de todo el siglo XX. El propio Einstein escribió el obituario que el 5 de mayo de 1935 publicaba el New York Times.
Aunque ya saben que no existe Premio Nobel de Matemáticas, la Noether bien lo pudo recibir en Física, por sus aportaciones a la Teoría de la Relatividad General (TRG), al fin y al cabo Einstein lo recibió en 1921 por el efecto fotoeléctrico y no por dicha teoría. Emmy Noether, una Hacedora de la Ciencia.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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