(Continuación) Se trataba de la primera conferencia internacional de química y probablemente fue el
acontecimiento científico más importante de la segunda mitad del siglo XIX. Una
experiencia que sirvió de modelo en posteriores congresos a otras áreas de la
ciencia.
Asistieron ciento cuarenta (140) químicos de doce países diferentes (EE.UU.
denegó la invitación) y por parte de España sólo acudió el químico y farmacéutico
Ramón Torres Muñoz de Luna (1822-1890).
Sin lugar a dudas se puede afirmar que en dicho congreso nació la actual química moderna pues en él se fijaron las
primeras normativas para este campo de conocimientos.
No en vano se definieron y diferenciaron los conceptos de átomo y molécula, se establecieron unidades para las masas atómicas y se uniformó la nomenclatura y formulación química. Naturalmente la aceptación de
las propuestas supuso el triunfo de la Teoría
Atómico-Molecular para la materia
No entraremos por razones de espacio y tiempo en más detalles, pero no
podemos dejar de comentar que fue en este congreso donde el químico italiano Stanislao Cannizzaro (1826-1910)
distribuyó copias de su famoso ‘Sunto di
un corso di filosofia chemica’ (Resumen de un curso de filosofía química).
El mismo en el que planteaba la necesidad, tanto de diferenciar átomo y molécula, como la de calcular las masas atómicas teniendo en cuenta la hipótesis del físico y químico
italiano Amedeo Avogadro (1776-1856),
del que seguro tienen un recuerdo escolar, quizás no grato, de su famosa ley y el
elevadísimo número asociado. Una hipótesis que por cierto dormía el sueño de
los justos desde que fuera enunciada casi cincuenta años antes, en concreto en
1811. Toda creación, para triunfar, necesita esperar su momento.
Es más que probable que la lectura de la ‘filosofía química’ de Cannizzaro influyera en la mayoría de
los asistentes. Y así Borodin, que
hasta entonces había utilizado exclusivamente en sus trabajos los denominados pesos equivalentes (C = 6, O = 8), tras
el congreso empezó a utilizar también los nuevos pesos atómicos (C = 12, O = 16).
Y por supuesto influyó en el joven Mendeléiev
y en la primera versión de febrero de 1869 de su Tabla Periódica, que por aquel entonces solo contenía sesenta y
tres (63) elementos ordenados en orden creciente de masas atómicas. Como seguro
saben la actual tabla cuenta con ciento dieciocho (118) elementos.
Borodin
oftalmólogo
Tras el congreso y un viaje de estudio a Italia con su compañero y amigo
Mendeléiev, Borodin vuelve a París. Allí acude a diferentes cursos de
física-química, asiste a conferencias, compra instrumental de laboratorio pagado
de su propio bolsillo y puede por fin entrevistarse con el químico e historiador
francés Marcellin Berthelot (1827-1907).
Por fin, porque unos años antes intentó conocerlo y no pudo ser. Esta es una
historia que no les comenté en su momento.
Resulta que Borodin, a pesar de graduarse como primero de su promoción, ser
nombrado profesor ayudante de patología general, después cirujano del segundo
hospital militar del país, y haber defendido su tesis doctoral el hombre ¡se
desmayaba al ver la sangre! Estas cosas ocurren.
El caso es que, con buen
criterio, nunca llegó a ejercer la cirugía práctica y muy pronto se decantó por
una especialidad digamos menos sangrienta: la oftalmología. (Continuará)
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y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
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