(Continuación) Prueba de lo que les digo es que en 1850 ingresó en la
Academia Médico-Quirúrgica de San Petersburgo, donde estudió entre otras asignaturas:
botánica, zoología, cristalografía, anatomía y química. Unas disciplinas, sobre
todo esta última, que terminarían marcando su futuro profesional.
El caso es que Borodin, después de sus primeros pasos musicales autodidactas
y antes de su desarrollo como químico experimental, fue médico. Una inicial y
en teoría profesión vocacional que, una vez graduado en 1856 y ya en el
ejercicio de la práctica como médico
cirujano, por cuestiones que no hacen ahora al caso se vino abajo.
Por suerte o desgracia, muy pronto, el joven Alexander comprendió que la
medicina no era lo suyo, y así resurgió con fuerza su predilección por la química que siempre estuvo presente
durante la carrera. Un proceso de cambio que duró unos años y en el que jugó un
papel importante uno de sus profesores, Nikolai
Zinin (1812-1880), uno de los pioneros de la química orgánica rusa que lo terminó contratando como profesor de química para la Academia
Militar de San Petersburgo.
Dos años después, en 1858, Borodin se doctoraba con la defensa de la tesis “Sobre las analogías de los ácidos arsénico
y fosfórico en su comportamiento químico y toxicológico”, de la que hay que
decir que fue la primera en presentarse en ruso y no en latín como era preceptivo. Ciento
sesenta (160) años desde entonces se cumplen. Es además 1858 el mismo año en el
que le encargan el estudio y análisis de unas aguas termales cuyo informe técnico,
al hacerse público, le dio una gran reputación científica en Rusia. Sería el
principio de su carrera como químico investigador y docente.
Con posterioridad completó su formación en Europa (Bruselas, Heildelberg,
Génova, Roma, París, Pisa) durante tres años (1859-1862), colaborando en diferentes
universidades con químicos como: los alemanes Robert Bunsen (1811-1899), el del mechero de laboratorio; Emil Erlenmeyer (1825-1909), el del matraz homónimo; o August Kekulé (1829-1896), el del sueño con la serpiente y la estructura del
benceno. O con el físico prusiano Gustav
Kirchhoff (1824-1887), que ya iniciaba sus escarceos con la espectroscopía. En fin con lo mejorcito de cada casa.
Y ya que hablamos de lo mejorcito, sepan que como estudiante ruso en
formación por Europa coincidió con Dmitri
Mendeléiev (1834-1907), el mismo de la famosa Tabla periódica de los elementos químicos, que todos estudiamos y recordamos
con horror de nuestros tiempos escolares.
Pero esta exitosa dedicación científica, abro un inciso musical, no supuso en
absoluto el abandono de la artística como así lo demuestra que, a lo largo de
la década de los años 50 y principio de los 60 Borodin compusiera música de cámara, obras para piano a cuatro
manos, lieder, canción lírica breve cuya letra es un poema al que se ha puesto
música para una voz solista acompañada por lo general a piano, múltiples obras
fragmentarias o que están extraviadas, etcétera. Cierro el inciso musical, por
ahora.
Congreso
de Karlsruhe
Prueba del reconocimiento científico que ya tenía a nivel europeo, a pesar
de tener solo veintisiete (27) años, lo constituye el hecho de que Borodin
asistiera -en septiembre de 1860, como
integrante de la delegación rusa y junto a Zinin y Mendeléiev-, al congreso que
tuvo lugar en la ciudad de Karlsruhe (Alemania), convocado precisamente por
Kekulé. (Continuará)
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