(Continuación) Como ven se trata de un vínculo sorprendente pues, coincidirán
conmigo que no todos pueden presumir de tener un padre espía. No, por supuesto
que no. Y por si esto no fuera suficiente, que no queda aquí la cosa. Vamos
ahora por la rama materna.
Un par de años antes de que empezara el conflicto armado, “Bryn”, se casó con Irene Born a la que había conocido en
la universidad y que resultó ser hija del físico y matemático alemán Max Born, galardonado con el Premio Nobel de Física en 1954. Aunque cristianos de creencia,
la familia Born se vio obligada a exiliarse de la Alemania nazi por sus
orígenes judíos, de modo que el científico en 1933, aceptó una plaza en la
Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Un Born que por si ahora no caen, fue compañero y amigo de un tal Einstein y de un tal Heisenberg, que seguro estoy que les
suenan aunque solo sea de la “física bachillera”. O sea.
Y bistrastataranieta
de Lutero
Hay por ahí algún que otro exégeta de la cosa ésta de la genealogía, ya saben el estudio y
seguimiento de la ascendencia y descendencia de una persona o familia, que
incluye en el árbol genealógico de
Olivia nada menos que al teólogo y fraile católico alemán Martin Lutero (1483-1546). Como lo
leen. El mismo de cuyas enseñanzas nació la Reforma
Protestante y, posteriormente, surgió el luteranismo como doctrina teológica y cultural. Un Lutero de quien por cierto este año se
cumple el 535 aniversario de su nacimiento.
Lo traigo a cuento porque, en puridad, el parentesco entre el hombre de
iglesia y la artista del titular va mucho más allá del grado especificado en el
subtítulo, dado que en la actualidad el intervalo estándar entre dos
generaciones humanas es de algo menos de treinta años y, bistrastataranieta, es
tan solo el sexto grado de parentesco.
Dejo en el aire y para la voluntad investigadora del amable lector, la
confirmación de este inquietante ancestro y el nombre que tendría dicho grado
de parentesco de la apacible Olivia.
De quien, y de vuelta al siglo XXI, por lo que he podido averiguar retornó
a Australia, vivió una truculenta historia marital, ha padecido dos cánceres de
pecho con un intervalo de 20 años, ha creado una fundación para la lucha contra
la enfermedad, sigue cantando y, además, es una defensora de los delfines. Así que bien, al menos por mi
parte.
Hija de
su padre
Ya que lo nombro, la vinculación australiana de Olivia proviene de cuando con
cinco años su familia se trasladó a ese país, donde en realidad se crio y al
que siempre ha considerado como su verdadera patria.
Y es que su padre, Brinley “Bryn” Newton-John,
tras su participación como lingüista durante la Segunda Guerra Mundial en el
proyecto que descifró el código Enigma
de los nazis (fue oficial de inteligencia de la RAF y del MI5), y una vez
acabada la guerra, tras la desmovilización a finales de 1945 regresó a la
docencia en la Universidad de Cambridge.
Donde estuvo hasta que en 1954 obtuvo una plaza como profesor de alemán en
una universidad de Melbourne. (Continuará)
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y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
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