(Continuación) El séptimo día de
Enero del presente año, 1610, en la primera hora de la siguiente noche, cuando
estaba yo viendo las constelaciones de los cielos a través de un telescopio, el
planeta Júpiter se presentó ante mi vista y como quiera que yo me había
preparado un instrumento excelente, observé una circunstancia que nunca antes
había sido capaz de ver, a saber, tres pequeñas estrellas, pequeñas pero muy
brillantes, estaban cerca del planeta; y aunque yo creí que pertenecían al
conjunto de estrellas fijas, hicieron sin embargo que reflexionase, porque
parecían estar situadas formando una línea recta perfecta, paralela a la
eclíptica, y ser más brillantes que el resto de las estrellas, igual que ellas
en magnitud...
Cuando el 8 de Enero, guiado
por una cierta fatalidad, volví a mirar a la misma zona de los cielos, encontré
un estado de las cosas muy diferente, ya que las tres pequeñas estrellas
estaban todas al oeste de Júpiter, y más cercanas entre sí que la noche
anterior.
Y por tanto yo concluí, y
decidí sin dudarlo, que existen tres estrellas en los cielos que se mueven
alrededor de Júpiter, como Venus y Mercurio lo hacen alrededor del Sol; lo que
fue establecido de largo tan claro como la luz del día por otras numerosas observaciones
posteriores. Estas observaciones también establecieron que no sólo existen
tres, sino cuatro, cuerpos sidereos erráticos que hacen sus revoluciones
alrededor de Júpiter.”
Autoría discutida
Como solía ser frecuente en aquella época, al descubrimiento de las
lunas de Júpiter no tardó en aparecerle otra paternidad. Un nuevo “padre” que llegó
cuatro años después y se dio a conocer a través de la obra publicada en 1914
con el expresivo nombre de Mundus
Iovialis anno M.DC.IX Detectus Ope Perspicilli Belgici, algo así como “El
mundo joviano descubierto en 1609 por medio del telescopio holandés”.
Su autor era el astrónomo alemán Simon Marius
(1573-1624) y en él describía el sistema planetario de
Júpiter que afirmaba haber observado en noviembre de 1609, unas seis semanas
antes que Galileo, que lo había hecho en enero de 1610.
O sea que él fue quien vio primero a las lunas y no Galileo, solo que no lo publicó hasta 1614, lo que suena algo
sospechoso la verdad pero, bueno, podría ser cierto. En cualquier caso el
pisano lo tildó de mentiroso y lo acusó de plagio, no sin fundamento ya que
Marius por aquella época también afirmó haber descubierto la galaxia de Andrómeda, cuando era
conocida desde la Edad Media por astrónomos árabes. En fin que la disputa estaba
servida entre ellos.
No obstante, y en honor a la verdad, les tengo que decir que en la
actualidad se piensa que es posible que el alemán hubiera descubierto los
satélites de Júpiter por las fechas que afirmó hacerlo e independientemente de
Galileo. Por esas fechas pero no antes y no es que mintiera, sencillamente era
una cuestión calendaria. (Continuará)
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