(Continuación) Porque James Cook llegó a realizar hasta tres (3)
viajes por el océano Pacífico, y en todos ellos aparecen interesantes vínculos
de los que gustan por estos predios divulgadores.
Como los relacionados con: el conde de Sandwich, sí lo que está
pensando, el del emparedado o tentempié inglés; con Bikini, sí, también lo que están pensando, sea esto la isla o la controvertida
prenda de baño; o con el transbordador espacial Discovery y, ya de la que va, con Buzz el astronauta que comparto con mi nieto Carlos.
Sin olvidarnos de la isla de Pascua y el misterioso final de
su cultura, o el “caníbal parentesco” entre la última reina de Hawai y la reina
Victoria de Inglaterra.
Ni por supuesto del que dejamos a medias
en la entrega anterior, la existencia de Terra
Australis y, cómo no, del más científico de todos y responsable de que
estemos aquí, la científica medición del tránsito
de Venus entre la Tierra y el Sol de 1769.
Como ven son demasiados flecos sueltos en
los que engancharnos, así que mejor será que vayamos recogiendo algo de este más
que lleno “cajón desastre”. Yempezaremos con el que dejamos a media.
El auténtico objetivo de este primer
viaje de los tres que realizó el entonces recién nombrado teniente Cook, al mando de la embarcación HMB Endeavour y cuya misión encubierta no era otra que descubrir la
“Tierra Desconocida del Sur”, el mítico continente.
Terra Australis Ignota
O
Terra Australis Incognita, el imaginario continente cuya existencia ya nace
como idea en la Grecia clásica, introducida por Aristóteles (384-322 a.C.) y Eratóstenes
(276-194 a.C.) y extendida posteriormente por Ptolomeo (100-170), autor de la teoría geocéntrica del universo que estuvo vigente hasta el siglo
XVI.
El continente más austral de todos, que
a partir del siglo XV y hasta el siglo XVIII aparece dibujado en los mapas y
cuya existencia, para algunos científicos, tenía que ser cierta y necesaria a
fin de poder equilibrar las grandes masas de tierra del hemisferio norte.
Una búsqueda a la que Cook dedicó gran parte del año
siguiente al del tránsito planetario, recorriendo el Pacífico Sur a bordo del HMB Endeavour, y en cuyo empeño llegó a
estar casi dos meses sin ver tierra.
Un continente que basado en falsos
conceptos de simetría geométrica, debía cubrir la mayor parte del hemisferio
del sur y cuya existencia tomó relevancia en la era de los descubrimientos, cuando
varios europeos encontraron tierras desconocidas en el hemisferio del sur.
Magallánica y Australia
Entre ellos el portugués Fernando de Magallanes (1480-1521), quien
en agosto de 1520 descubrió lo que en realidad era la isla Grande de Tierra del
Fuego, pero que por su tamaño consideró que formaba parte del continente
imaginario.
Él y otros tantos, ya que la hipótesis continental
de las nuevas tierras se extendió hasta el punto de que la supuesta Terra Australis Ignota, empezó a ser conocida
también como Magallánica, en honor a
su descubridor.
Una hipótesis que posteriores
exploraciones en la segunda mitad del siglo XVIII desmontaron, con las pruebas
empíricas de que en el hemisferio del sur no había ningún continente tan grande
como Magallánica.
Y que naturalmente Cook no pudo encontrar en su primer viaje, pues nunca existió tal Terra Australis o “tierra del sur”, algo
que él siempre había sospechado.
No obstante y a modo de apunte indicar que
la expresión es una de las dos bases etimológicas del nombre Australia, país de Oceanía, que es el
quinto de los continentes que en la segunda mitad del siglo pasado los
escolares estudiaban: “Existen cinco continentes:
Europa, Asia, África, América y Oceanía”. (Continuará)
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