A principios de mes me llegaba este
comentario al blog de parte de un estudiante de ESO.
Una pregunta algo soprendente pues,
como sin duda sabe, se trata de un clásico de la “química bachillera” cuya
respuesta conocen casi todos los alumnos. Observen la sutil matización que
introduzco al cambiar estudiante por alumno que, sabido es, no son lo mismo.
No.
Porque no es igual alumno que
estudiante, aunque así lo parezcan en un principio, suelan pasar inadvertidas
sus diferencias y se usen de forma indistinta y equivocada. En cualquier caso y
a lo que vamos, la respuesta es fácil.
El único metal que se encuentra en estado líquido en condiciones ambientales
es el mercurio, de fórmula Hg (l) y que corresponde al elemento químico
con número atómico ochenta (80) de la tabla periódica de elementos químicos.
Un metal tóxico que como tal ha sido enrocado en más de una ocasión y con el
que, los que ya cumplimos el medio siglo
de edad hace tiempo, llegamos incluso a jugar, pues hasta no hace mucho tiempo formaba
parte de los termómetros que
teníamos en casa por cuestiones de salud. Y cuando por el motivo que fuera uno
de ellos se rompía, ya teníamos un juguete a la vista.
Pues bien, ésta, la del mercurio, es la
respuesta fácil. Pero ha de saber que no es el único metal líquido, ya que en
puridad existen otros que se pueden derretir en nuestras manos, dado el valor
de su punto de fusión (PF).
Un metal con el que además, y a
diferencia del que contenían los antiguos termómetros, podemos jugar y manipular,
sin riesgo para nuestra salud ya que no es tóxico. Sin ánimo de ser exahustivo,
ni intención agotar el tema, le diré que aparte del mercurio, también se
encuentran en estadio líquido a temperatura ambiente otros tres metales más: galio (Ga), cesio (Cs) y rubidio (Rb).
Empecemos por el primero.
De eka-aluminio a galio
Un galio
cuya existencia estaba pronosticada desde 1871, con buena parte de sus
propiedades físico-químicas predichas y descritas ya por el químico ruso D. Mendeleyev
(1834-1907), quien lo llamó de manera provisional eka-aluminio, por la posición que ocupaba
en su tabla.
El prefijo eka- significa ‘uno’ e indica que es el primer elemento debajo de
uno conocido, es decir que pertenece a la misma columna o grupo y a una fila o periodo
inferior. Pronosticado les decía, porque su descubrimiento no tuvo lugar hasta
cuatro (4) años después.
En concreto en 1875, cuando el químico
francés Paul-Émile Lecoq de Boisbaudran
(1838-1912) lo descubrió en una muestra de blenda (mineral de sulfuro de zinc, ZnS) procedente de
los Pirineos. Lo hizo gracias a la nueva ciencia de la espectroscopia, desarrollada entre otros por el físico prusiano G.Kirchhoff (1824-1887).
Se trataba de una nueva forma de
obtener información sobre la naturaleza y estructura de las sustancias, basándose
en el estudio de la interacción entre la radiación electromagnética y la
materia, mediante la absorción o emisión de energía radiante de dicha
sustancia. (Continuará)
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