(Continuación) Un valor de velocidad
relativa, de fuente y receptor, que ha de estar en rango con el de propagación
del mismo sonido y que, como bien saben, depende del medio en el que se
transmite.
En la atmósfera terrestre o aire, a nivel del mar y con unas
condiciones ambientales de veinte grados Celsius (20 °C) de temperatura y un cincuenta por ciento (50
%) de humedad relativa, su valor es
de 343,2 m/s, o lo que es lo mismo unos 1235 km/h.
A pesar de que este último valor sónico
nos pueda parecer muy alto, cuando digo en rango, estoy planteando que la
velocidad de 50 km/h, con la que por
ejemplo nos sobrepase una
ambulancia por la calle, es suficiente para comprobar el efecto Doppler.
Y eso que solo supone un cuatro por ciento (4 %) de la velocidad
del sonido.
Unos números que se
pueden comprobar con facilidad, utilizando las ecuaciones de la teoría que veremos más adelante. Porque ahora nos
detendremos en algunas quisicosas del efecto Doppler.
Algunas curiosidades
Ya que nos estamos moviendo en un
terreno que podríamos considerar “entre dos aguas” -más que nada por aquello de
estar entre la ciencia y la música o viceversa-, les comentaré que la casa
natal de Christian Doppler en la
ciudad austríaca de Salzburgo, se encuentra justo al lado de donde vivió la
familia de Wolfgang Amadeus Mozart.
Un músico que también cuenta con
algún que otro vínculo (casi) científico, recordar entre otros enrocados: el pretendido
Efecto Mozart y la personal e íntima vinculación que con su música tuvo
el genial Albert Einstein.
Y en un terreno más personal del
físico, sigo con Doppler, apuntar que a pesar de la importancia de sus
descubrimientos y debido a su temprano fallecimiento en 1853 con tan solo 49
años a causa de una tuberculosis, no pudo disfrutar del reconocimiento
científico de sus coetáneos. Estas cosas pasan también.
No olvidemos que en 1848, solo tres
años después de la comprobación ferroviaria, el físico francés Armand Hippolyte L. Fizeau (1818-1896),
descubría el mismo fenómeno para la luz.
Y con él generalizaba la teoría de
Doppler para cualquier tipo de ondas,
fueran estas mecánicas como las del sonido o electromagnéticas como las de la luz. Se pasaba de un movimiento
corpuscular a un movimiento
ondulatorio de la energía, basados
en sendos modelos corpuscular y
ondulatorio.
Me refiero por supuesto al hecho de que
los cuerpos celestes que se acercan
hacia la Tierra son vistos de color azul, mientras que los que se alejan se ven de color rojo, por decirlo
de forma rápida.
En puridad significa que las ondas
de luz, al aproximarse hacia el
observador, se desplazan hacia el extremo
ultravioleta del espectro con mayor valor de frecuencia y cuando se alejan,
se desplazan hacia el extremo infrarrojo, de menor valor de frecuencia.
Un cambio que como en las ondas
sonoras, solo se produce de forma aparente y que algunos lo conocen como el corrimiento al rojo. (Continuará)
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