lunes, 26 de febrero de 2018

Etanol y oxitocina, mismos efectos

(Continuación) Con un breve y escueto “mejor lo explico en otro momento” me despedía hace un par de semanas y, por circunstancias que no hacen al caso, hoy les recibo diciéndoles que ese momento ha llegado.
Si recuerdan les advertí que desde hace no mucho tiempo, existen dos estudios científicos que relacionan el etanol y la oxitocina de una manera, además, particularmente curiosa.
Resulta que mientras uno de ellos apunta a que la ingesta de ambos compuestos producen el mismo efecto al menos biológico, el de emborracharnos, el otro dice que la oxitocina, la hormona del amor, neutraliza los efectos del etanol, el compuesto alcohólico, o sea que nos quita la borrachera.
Y claro esto, dicho así, resulta cuando menos confuso

¿Cómo es posible que la oxitocina sea la responsable de que nos enamoremos y también de que nos emborrachemos? O lo que es más imposible aún por excluyente: ¿cómo es que, también, nos puede quitar la borrachera?
Y ya de la que va, lo que es más sorprendente: ¿cómo sabe la hormona con cuál de las dos finalidades nos la tomamos? En fin. Vayamos por parte empezando por donde se debe, por el principio.
Estar borracho y enamorado es casi lo mismo (U. de Brighton)
Bueno, dicho así quizás no suene bien, pero no por ello es menos cierto. Por lo investigado todo apunta a que existe una relación entre el sentimiento del enamoramiento y la sensación de la embriaguez, que viene expresada a través del lenguaje no verbal. A saber: estado de sosiego, sensación de felicidad, actitud corporal relajada, confianza en sí mismo, cierta disposición a creer que se puede conseguir todo, etcétera.
Eso es lo que parece desprenderse de una investigación realizada en la Universidad de Brighton, Reino Unido, según la cual la oxitocina (hormona que vincula a la madre con su bebé o genera ternura hacia la pareja después del coito) que se libera cuando una persona se enamora, causa sensaciones muy parecidas a las que produce una ingesta moderada de alcohol.

Como hipótesis pensaron que era debido a que estimulan ciertos receptores neuronales estrechamente asociados entre sí. Y naturalmente se pusieron manos a la obra, para averiguar qué es lo que ocurre a nivel físico y químico causante de que el consumo moderado de alcohol y la hormona del amor, produzcan un efecto similar en el cerebro.
Oxitocina, una hormona con un lado oscuro (U. de Birmingham)
En paralelo y siguiendo esa misma hipótesis, poco después un grupo de investigación de la Universidad de Birmingham daba a conocer un estudio en el que iban un poco más allá en esta relación.
Un estudio que apareció publicado en la revista Neuroscience and Biobehavioral Reviews y en el que manteniendo la misma línea de investigación, no solo se detallan las características que comparten ambos compuestos, alcohol y hormona, sino que dan un paso más y nos advierten. Esta última, la hormona, puede tener un lado oscuro.
Les explico. Al igual que el etanol, y además de los efectos anteriores, la oxitocina también estimula circuitos neuronales en las zonas del cortex prefrontal y sistema límbico del cerebro que, por decirlo de alguna forma, “nos quitan algunos frenos”.

Vamos, que nos desinhiben ante situaciones como el miedo, la ansiedad o el estrés, induciéndonos a tomar riesgos innecesarios o a hacer que nos creamos más valientes y capaces de lo que en realidad somos.
Así que según el informe, esta sustancia no sólo nos hace sentir relajado, feliz y con más confianza, sino que también puede llegar a provocarnos agresión, celos y arrogancia. De ahí lo del lado oscuro y la advertencia del peligro. (Continuará)
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