(Continuación) Como principio quieren
las cosas, y con respecto a las tres heridas que la ciencia ha proporcionado al
ego del hombre, empezaremos por la
primera que atentó contra su narcisismo: la del amor, más bien, la de su amor propio.
Heliocentrismo copernicano
El ser humano, que a lo largo de buena
parte de su historia se ha considerado a sí mismo como el centro de la creación
alrededor del cual giraba todo lo que existía, creía que también la Tierra, su hogar, se encontraba en el
centro mismo del universo, y que el resto de cuerpos celestes se movían
alrededor de ella.
Es el modelo geocéntrico del universo, ya propuesto por Aristóteles en el siglo IV a. C., pero al
que el valor de las pruebas, desde el campo de conocimiento de la astronomía, se encargó de invalidar. La
Tierra no es el centro del universo y esta idea es sustituida por una visión
radicalmente distinta. La del modelo
heliocéntrico (1543) del astrónomo polaco del Renacimiento Nicolás Copérnico (1473-1543).
Lo hizo en su libro De revolutionibus orbium coelestium, 1543
(Sobre las revoluciones de las esferas celestes) y en él nos muestra a mediados
del siglo XVI que la Tierra no es,
ni mucho menos, el centro del universo. Por el contrario no es más que un
planeta que, como otros, gira alrededor del
Sol, así que adiós centro del universo y primacía astronómica.
Es la primera humillación en el amor (propio) del ser humano de la que
tenemos constancia, la primera de las afrentas que sufre, la cosmológica. Nos lo dice Miguel Hernández (1910-1942) al
comienzo de su poema:
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Para la segunda herida científica habría
que esperar tres siglos, no en vano tuvo lugar en 1859. Me refiero al evolucionismo
darwiniano.
1 comentario :
El modelo de la imagen para representar los movimientos planetarios según la teoría geocéntrica, no es el modelo ptolemaico, ¿cierto? Realmente la hazaña de Ptolomeo, crear un modelo capaz de predecir la realidad aún basándose en premisas falsas, es complicada. El hombre se lo trabajó.
Me gustaría comentar también sobre las escuelas musulmanas que ya propusieron el modelo heliocéntrico siglos atrás que Copérnico, creo que es justo y nunca está demás, aunque Copérnico sea el que diera a Occidente la teoría heliocéntrica.
Publicar un comentario