(Continuación) Se trata del fenómeno de la fotorrecepción de ciertas ondas
electromagnéticas visibles, en concreto las pertenecientes a la zona
conocida por rojo espectral, la de
valores más grandes de longitudes de
ondas (λ) que oscilan entre los
seiscientos cuarenta y cinco y los setecientos nanómetros (645-700 nm)
aproximadamente.
El color rojo tiene el valor de frecuencia
más bajo que el ojo humano puede distinguir. Por debajo de él se encuentra en
el espectro electromagnético el infrarrojo
que ya es invisible para nosotros.
Y
ya que lo menciono, el rojo amapola se asemeja bastante al color de la sangre
arterial humana. Una coloración que proviene de la presencia de eritrocitos o
glóbulos rojos, portadores de la hemoglobina.
En fin, no sigo que me disperso, perdonen. Cierro el paréntesis.
... y
amapolas
Les decía que las había desde la más inofensivas, la Papaver rhoeas o amapola
silvestre, y ahora les completo que hasta la Papaver somniferum, adormidera
o amapola real.
Otra especie herbácea del mismo género y familia, conocida por su alto
contenido en alcaloides (morfina, codeína, papaverina) que son la base de la producción del opio y sus derivados. Por aquí iban los
derroteros del consumo de los estresados búfalos
de agua de Vietnam.
Como seguro saben la morfina es una potente droga opiácea que en medicina se usa con frecuencia como analgésico y que debe su
nombre a Morfeo, el dios griego de
los sueños, esa es su etimología. Ya
desde la química su nombre
sistemático (IUPAC) es (5α,
6α)-Didehidro-4,5-epoxi-17-metilmorfinan-3,6-diol y su fórmula empírica C17H19NO3.
La morfina es un alcaloide fenantreno del opio que, por si no lo saben, es el nombre de una mezcla compleja
de sustancias que se extrae de las cápsulas de la adormidera.
Y ya que lo
nombro, del tirón, quizás convendría desmontar una leyenda urbana que relaciona al opio con las amapolas, pero con las
silvestres, las rojas.
Leyenda
del opio y las amapolas rojas
Esas vistosas flores con pétalos de un llamativo color rojo, que en
primavera son tan frecuentes tanto en los campos, como en los descampados e,
incluso, en las cunetas de las carreteras. Una auténtica explosión de color.
Que curiosamente ha dado lugar a una inquietante leyenda según la cual el
opio se extrae de estas amapolas silvestres. Una peligrosa relación
planta-droga en la que se podría ver implicado desde el punto de vista de la
justicia, el dueño de la finca donde florecen.
De hecho cuentan que no son pocos los propietarios de terrenos que,
inquietos por su proliferación, se apresuran a arrancarlas ante el temor de que
los agentes de la autoridad se percaten de ellas y los sancionen o detengan.
Sin embargo se trata de una leyenda urbana errada. Es falso que de la amapola
silvestre se extraiga el opio y es relativamente fácil de comprobarlo vía empírica.
Se me ocurre, como posible explicación de esta insostenible confusión, lo
parecida que a la vista pueden resultar ambas variedades de amapolas: las rojas
rhoeas y las blancas, rosáceas o
violetas claros somniferum.
Por último una advertencia sobre las rojas. Aunque su contenido en
alcaloides las hace aconsejables por su efectos sedante (insomnio, ansiedad,
depresión, nerviosismo) y expectorante (tos), su ingesta se debe realizar
siempre en forma de infusión para evitar su toxicidad. (Continuará)
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