(Continuación) Lo que diga su majestad les decía.
Y con su permiso aprovecho las reales palabras para recordarles que es
precisamente, en ese cojonil lugar, me refiero al que corta el frío que baja
del Guadarrama al regio entender, donde reside la voluntad humana.
Donde reside, claro, al entender de algunos. Pero en su opinión es de ahí
de donde surgen las órdenes, y para hacer semejante afirmación se basan en la
lógica. Si no fuera así, ¿por qué íbamos a decir lo que decimos? (pues porque me sale de los cojones).
Otros
papeles lingüísticos
También los prefijos y sufijos hacen lo suyo. En concreto ayudan a modular
su significado y así: “a-”, expresa sensación de miedo (voy acojonado); “des-”, significa risa o cansancio (estoy descojonado); “-udo”, indica
perfección (soy cojonudo); “-azo”,
hace refiere a la indolencia o abulia (es
un cojonazo).
Las interjecciones, cómo no, tienen mucho que decir en todo esto.
“¡Cojones!” denotan sorpresa, y cuando uno se encuentra perplejo tira de
ellos (¡Manda cojones!). Conocido es
de todos el (“¡Manda huevos!”) del
señor Trillo cuando, siendo
presidente del Congreso, quedó inmortalizado en los anales de la expresividad
parlamentaria.
Pero volviendo al sinónimo cojonero, no se puede decir que se cortara un
pelo el Rey Alfonso XII en la
anécdota siguiente.
Y es que de cualquier cosa se puede acusar a su Majestad, menos de la de no
ser lo suficientemente explícito en su felicitación al capitán Silvestre, cuando lo del desembarco de Alhucemas. Ya saben.
“Olé tus cojones”, le vino a decir. Toda una expresión del real júbilo y un
ejemplo de concreción. Un simple y plebeyo taco bastó para mostrar la
aristocrática satisfacción de todo un monarca.
Después de esto, y sin temor a equivocarme, creo que es factible afirmar
que cualquier sensación de júbilo, pesar o indignación tiene su correspondencia
expresiva en una palabrota o taco. Es así.
Más
posibilidades
Les aseguro que no faltan y aquí va un muestrario.
El término cojones puede ser usado para formar compuestos sintagmáticos (mosca cojonera) o palabras compuestas (tocacojones), y en la comunicación oral
pueden ser empleados de distinta forma como elementos no verbales.
De incredulidad, si se los agarra mientras se dice “Andaaa...”. De
desacuerdo, si se grita un “¡Toma!”, mientras se los toca con la mirada fija en
la del otro. O de insolencia cuando, usándolo de un modo similar añadimos “Esto
pa' tu madre”.
En fin. Para que seguir, ya se hacen una idea.
Además nuestro término tiene multitud de sinónimos: huevos, testículos,
pendientes reales, pelotas, canicas, webines, gemelos, campanas, herederos,
bolas, tompeates, cataplines, cascarones, cascabeles, nueces, ciruelones,
mismísimos, perlones, pompones, albóndigas, testiculario, kinders, y así ad
infinitum.
En resumen. Será difícil encontrar una palabra, en castellano u otro
idioma, con mayor número de acepciones. Difícil pero no imposible.
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