Porque lo cierto es que por la parte que le corresponde, el esqueleto de Lucy, desde que lo encontramos, no ha dejado de enseñarnos cosas sobre ella y su entorno evolutivo. Por ejemplo ya sabemos que fue vegetariana, lo que nos permitirá saber qué tipo de vegetación existía en la zona, en aquellos antañones.
Y de la forma y capacidad de
su pelvis, así como de la articulación
de sus rodillas, se ha podido caracterizar la forma en la que caminaba, origen
del bipedismo y signo formal sin
duda de una evolución hacia la hominización.
Y de la robustez relativa de
sus brazos, consecuencia
probablemente del hecho de pasar buena parte del tiempo usándolos para moverse
por las ramas de los árboles, su habilidad manual.
Otras enseñanzas maternales
Si a los anteriores datos
morfológicos le unimos el hecho de su cráneo
pequeño, comparable al de un chimpancé, pero de tamaño considerable si se
compara con el resto del cuerpo.
Y el de sus grandes dientes, por lo que la cara
sobresalía por delante del cráneo, en conjunto podemos afirmar sin temor a
equivocarnos que estamos ante una especie
bípeda distinta al Homo sapiens.
Una afirmación que nos saca de
un error. Me explico.
Hasta el descubrimiento de
Lucy solo se conocían seis (6) especies de primates en el registro fósil y en
base a ellos el hombre pensaba que el origen de los homínidos se había
producido por la simultaneidad de
dos (2) sucedidos.
Uno. El de la posición
erguida en el movimiento, lo que posibilitó un mejor uso de las manos para la
construcción de herramientas. Y otro. El de un mayor desarrollo del cerebro,
que lo hizo más inteligente.
Pero ambos a la vez, de
manera simultánea. Así se creía, al menos hasta que llegó Lucy. Y como el
comandante cubano de la copla, mandó parar. Sí, en efecto era bípeda, pero su
cerebro era aún pequeño, así que no podía ni construir ni manejar útiles
líticos.
No, las cosas de la hominización no pasaron así.
No, las cosas de la hominización no pasaron así.
¿Cómo pudo suceder entonces,
el proceso de hominización?
En la actualidad se piensa
que el bipedismo debió surgir hace
un millón y medio (1 500 000) de años, antes de que cualquier antepasado
tuviera un cerebro lo suficientemente grande como para aprender a fabricar y
usar herramientas de piedra. Así que la cosa debió ocurrir paso a paso. O lo
que en actual lenguaje cholo-futbolero sería “partido a partido”.
Esta idea por etapas que les
acabo de expresar, está sustentada en posteriores descubrimientos que se han
realizado desde 1974.
Por ejemplo en el mismo
lugar donde se halló Lucy, y sólo un año después, se hallaron restos
pertenecientes a un mínimo de seis (6) individuos, dos (2) de ellos de niños de
unos cinco (5) años.
Y desde entonces se han
hallado y están estudiando unos cuatrocientos (400) ejemplares de la especie Australopithecus afarensis, no sólo en
Etiopía sino también en Kenia y Tanzania.
De hecho las iniciales seis
(6) especies de primates fósiles son ya más de veinte (20), lo que nos ha
permitido avanzar, y no poco, en la comprensión de la familia que formamos, de
completar un poco más por así decirlo, nuestro árbol genealógico.
Lo que no crean, no resulta
fácil, nada fácil.
Porque todo apunta a que no había una, sino varias especies de autralopithecus hace cinco millones (5 000 000) de años, moviéndose por África y de manera mixta y entremezclada.
Porque todo apunta a que no había una, sino varias especies de autralopithecus hace cinco millones (5 000 000) de años, moviéndose por África y de manera mixta y entremezclada.
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