martes, 14 de marzo de 2017

Enseñanzas maternales de Lucy

 
    Porque lo cierto es que por la parte que le corresponde, el esqueleto de Lucy, desde que lo encontramos, no ha dejado de enseñarnos cosas sobre ella y su entorno evolutivo. Por ejemplo ya sabemos que fue vegetariana, lo que nos permitirá saber qué tipo de vegetación existía en la zona, en aquellos antañones.

Y de la forma y capacidad de su pelvis, así como de la articulación de sus rodillas, se ha podido caracterizar la forma en la que caminaba, origen del bipedismo y signo formal sin duda de una evolución hacia la hominización.

Y de la robustez relativa de sus brazos, consecuencia probablemente del hecho de pasar buena parte del tiempo usándolos para moverse por las ramas de los árboles, su habilidad manual.

Otras enseñanzas maternales

Si a los anteriores datos morfológicos le unimos el hecho de su cráneo pequeño, comparable al de un chimpancé, pero de tamaño considerable si se compara con el resto del cuerpo.

Y el de sus grandes dientes, por lo que la cara sobresalía por delante del cráneo, en conjunto podemos afirmar sin temor a equivocarnos que estamos ante una especie bípeda distinta al Homo sapiens.

Una afirmación que nos saca de un error. Me explico.

Hasta el descubrimiento de Lucy solo se conocían seis (6) especies de primates en el registro fósil y en base a ellos el hombre pensaba que el origen de los homínidos se había producido por la simultaneidad de dos (2) sucedidos.
Uno. El de la posición erguida en el movimiento, lo que posibilitó un mejor uso de las manos para la construcción de herramientas. Y otro. El de un mayor desarrollo del cerebro, que lo hizo más inteligente.
Pero ambos a la vez, de manera simultánea. Así se creía, al menos hasta que llegó Lucy. Y como el comandante cubano de la copla, mandó parar. Sí, en efecto era bípeda, pero su cerebro era aún pequeño, así que no podía ni construir ni manejar útiles líticos.

No, las cosas de la hominización no pasaron así.
¿Cómo pudo suceder entonces, el proceso de hominización?
En la actualidad se piensa que el bipedismo debió surgir hace un millón y medio (1 500 000) de años, antes de que cualquier antepasado tuviera un cerebro lo suficientemente grande como para aprender a fabricar y usar herramientas de piedra. Así que la cosa debió ocurrir paso a paso. O lo que en actual lenguaje cholo-futbolero sería “partido a partido”.
Esta idea por etapas que les acabo de expresar, está sustentada en posteriores descubrimientos que se han realizado desde 1974.

Por ejemplo en el mismo lugar donde se halló Lucy, y sólo un año después, se hallaron restos pertenecientes a un mínimo de seis (6) individuos, dos (2) de ellos de niños de unos cinco (5) años.
Y desde entonces se han hallado y están estudiando unos cuatrocientos (400) ejemplares de la especie Australopithecus afarensis, no sólo en Etiopía sino también en Kenia y Tanzania.
De hecho las iniciales seis (6) especies de primates fósiles son ya más de veinte (20), lo que nos ha permitido avanzar, y no poco, en la comprensión de la familia que formamos, de completar un poco más por así decirlo, nuestro árbol genealógico. 
Lo que no crean, no resulta fácil, nada fácil.
Porque todo apunta a que no había una, sino varias especies de autralopithecus hace cinco millones (5 000 000) de años, moviéndose por África y de manera mixta y entremezclada.



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