Con mixta quiero decir que no
eran caminantes en exclusividad, pues conservaban buena parte de sus costumbres
arborícolas. Y con entremezclada, que sabemos que estas especies, pruebas
arqueológicas así lo demuestran, cohabitaron.
Es decir que con el paso del
tiempo se acumularon y mezclaron sus fósiles, lo que dificulta y no poco el
poder tirar del hilo de la evolución humana y pespuntear con él nuestro árbol
familiar.
¿Estamos cerca de poder completar nuestro árbol genealógico?
Pues depende. Para empezar
habría que definir cerca. Y para terminar, como me dice mi poeta de cabecera, todo
es cuestión de medida, algo más, un poco menos.
Pero a lo que vamos. Lo que
es indudable es que estamos cada vez más cerca de hacerlo, pues no es poco lo
que hemos avanzado en su compresión y bastante lo que lo haremos con el más que
seguro descubrimiento de nuevas piezas fósiles.
En lo que respecta a Lucy,
existe consenso científico en suponer que como restos que son, se encuentra en
lo que podríamos llamar una bifurcación de las ramas de este árbol genealógico
o en una encrucijada del proceso evolutivo humano. Como lo quieran nombrar.
Pero sin error a
equivocarnos podemos afirmar que trata de un árbol con muchas más ramificaciones,
y mucho más enrevesadas, de lo que suponíamos hace cuarenta (40) años, antes de
encontrarla.
No. No somos esa especie
única y singular que hemos supuesto ser durante siglos. Por supuesto que han
existido muchas más especies de homínidos de las que nos podemos imaginar por
ahora. Todo es cuestión de ir encontrando las piezas que faltan para componer
el puzle. Es lo que tiene la ciencia.
¡Ay, del crédulo y pretencioso creacionismo!
Piezas que faltan
Por su importancia evolutiva interesaría
encontrar las que correspondieran al periodo de tiempo comprendido entre los dos
millones y medio y tres (2,5-3·106) de años. Se piensa que fue en el
transcurso de ese medio millón (500 000) de años, cuando tuvo lugar la
evolución de Australophitecus a Homo.
Es ésta una línea de
investigación que no hace mucho se ha visto respaldada con el hallazgo de un fragmento de mandíbula de unos dos coma
ocho millones (2,8·106) de años. Justo en la encrucijada de la que
les hablé antes.
El fósil mandibular no sólo
es unos doscientos mil (200 000) años más joven que Lucy, sino que presenta
rasgos similares a los Australophitecus
junto a características propias de Homo.
Sí tiene muy buena pinta.
Pero como siempre ocurre en
ciencias, el tiempo y los nuevos descubrimientos, el valor de las pruebas será
el que nos diga, cómo es que llegamos a convertimos en humanos.
¿Qué es, entonces, lo que nos hace humanos?
Desde este punto de vista
paleoantropológico, y en opinión de Donald
Johanson, son tres las características que nos hicieron humanos,
diferenciándonos del resto de animales.
Una, la posesión de un
lenguaje simbólico y complejo. Otra, la enorme capacidad de cooperación que
tenemos. Y estotra, haber desarrollado una cultura que posibilita que
realicemos avances acumulativos muy rápidos, mucho más de cómo podría hacerlo
un individuo solo.
Poder compartir este gran
volumen de conocimientos adquiridos por otros individuos que nos precedieron,
es sin duda un patrimonio propio de nuestra especie.
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