Por ejemplo la realizada por la sonda Huygens, que se lanzó el 14 de enero de 2005 hacia la superficie de Titán, el mayor de los sesenta y dos (62) satélites del planeta Saturno.
Dado que este satélite tiene continentes, un mar de metano (CH4) y una atmósfera densa, se esperaba de él que fuera bastante ruidoso. Y en previsión de ello, la sonda iba provista un par de pequeños micrófonos.
De este modo grabaron el ruido del viento “titánico” a lo largo de las dos horas y media (2,30 h) que duró el descenso.
A pesar de la fortísima deceleración a la que se vio sometida -unas quince (15) veces la de la gravedad terrestre, g = 9,81 m/s2)-, la Huygens sobrevivió al impacto con el suelo y transmitió datos e imágenes de la superficie durante más de una hora.
Así pudimos ver un paisaje anaranjado sembrado de rocas, posiblemente de agua sólida y, cubriéndolo todo, una neblina de etano (C2H6) y/o metano.
También se esperaba que los micrófonos registraran el sonido de un trueno en la atmósfera de Titán, de un trueno alienígena. Sin embargo no hubo suerte con las tormentas.
Como tampoco la hubo con la captación de algún mensaje extraterrestre inteligente. No pudimos oír ninguno, como nos pasa desde la Tierra.
¿Hay alguien ahí fuera?
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