Por ejemplo la forma en la que se ha podido obtener y quienes la han realizado. O cuándo y dónde se hizo dicha investigación. Y por supuesto, en qué revista científica ha aparecido publicado el trabajo en forma de artículo.
Sorprenden porque estarán conmigo que no sabemos de nadie que haya bajado al infierno (si es que este lugar existe y está allí abajo), haya tomado medida de su temperatura y haya subido con ella.
Con ella y con vida para contarlo claro.
No. No sabemos de nadie.
Lo que sí sabemos es que no podemos estar ante una medida directa, imposible de toda imposibilidad, dadas las circunstancias. De modo que se tiene que tratar de una aportación o un cálculo indirecto. Vayamos a los orígenes, a las fuentes escritas.
Journal of Applied Optics, 1972
Vaya por delante que no he podido tener acceso al ejemplar de la revista especializada Journal of Applied Optics, (1972, 11 A14) donde, al parecer, está editado dicho trabajo.Por la poca documentación existente les puedo decir, y con bastantes reservas, que fue presentado de forma anónima, por dos personas (¿científicos?) de nacionalidad inglesa. Lo que estarán conmigo, resulta una forma de lo más extraña de publicar.
Claro que para extraño el punto de partida de la investigación, que no es otro que la misma Biblia ¿Cómo se puede llegar a la ciencia a partir de la no ciencia?
Sin duda, tras lo expuesto, es más que probable que esta entrada de hoy, no sea la investigación más rigurosa que les haya traído a esta enrocada tribuna. No.
Para empezar, coincidirán que no es muy frecuente encontrar en la misma frase las palabras “científico” e “Infierno” ¿Oxímoron de ciencia?
Y para terminar está lo de las fuentes de partida de la investigación.
Como les decía nada físico procedente de una medición directa del propio infierno o de una muestra extraída del mismo, sino algo más bien religioso.
Resulta que a tan llamativa afirmación térmico-infernal, nuestros desconocidos investigadores llegaron tras la lectura de algunos pasajes de la Biblia. Entre ellos éste del Apocalipsis 21:8: ‘...para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre...’.
Precisamente, en lo de ‘lago de azufre’, está el matiz científico al que nos agarramos.
Creencia y Ciencia
Por similitud con las extensiones de agua que se encuentran en la superficie terrestre, es evidente que este lago bajo tierra debe estar en estado líquido. Pero ojo al dato. Se trata de un lago de azufre, S (s), es decir, una sustancia simple que a temperatura ambiente (25 ºC) se encuentra en estado sólido. (Continuará)
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