(Continuación) En realidad, el uso del color azul en los quirófanos tiene otra razón añadida. Sencillamente este nuevo color resalta mejor en los monitores de vídeo, por los que los estudiantes siguen las intervenciones.
El color blanco de las vestimentas produce unos reflejos, molestos y desagradables, al ser iluminados con las potentes luces blancas. Un efecto secundario lumínico no deseado que no tiene lugar con el azul.
De ahí que la bata de color blanco haya sido sustituida por otros colores como el verde o el azul en el campo de la cirugía. De nuevo es por motivos derivados de las nuevas tecnologías el que se hayan implantado.
Una nueva forma de aprender las distintas técnicas de cirugía que sustituye, y a veces mejora, la visión directa de la operación. Como tantas otras cosas, un signo de los tiempos. Un progreso que, a veces, significa avance.
Apéndice
Ya hemos hablado del cambio de color de las batas, pero más arriba les apuntaba que también habían cambiado en la forma. Permítanme que les amplíe, aunque sea de forma breve, el apunte. Hace unos años se hizo una encuesta entre médicos y estudiantes de medicina, preguntándoles ¿Por qué lleváis bata? Pues bien.
También argumentaban que así podían llevar cosas metidas en los bolsillos. Al fin y al cabo humanos. Y hacían alusión a todo tipo de objetos: vademécum, bolígrafos, fotos, cartera, PDA, etcétera.
Lo que analizado con los ojos médicos de hoy, plantea un problema.
A diferencia de antaño, la bata ya no es esa medida aséptica, para pacientes y médicos, frente a una infección cruzada. Cualquiera sabe que la bata no supone una barrera para las bacterias.
Unos microorganismos unicelulares que presentan un tamaño de unos pocos micrómetros (entre 0,5 y 5 μm) y quedan fijados en puños, mangas, bolsillos y, por supuesto, en los objetos que se guardan en ellos.
Motivo por el que en muchos países, como Reino Unido y Australia, está prohibido el uso de batas de manga larga y, naturalmente, el uso de objetos como relojes, anillos, pulseras, corbatas y demás complementos.
Todo es poco para evitar que estos organismos, los más abundantes del planeta, provoquen las altas tasas de infecciones que se registran en los hospitales.
Infecciones nosocomiales por Staphylococus aureus, resistente a la meticilina y que provoca más de 3800 muertes en el país albiónico. O por Clostridium difficile, que provoca más de 1 600 en ese mismo país.
Y hablando de objetos, resulta paradójico que dichas batas no tengan un lugar para albergar uno de los instrumentos más característico de la profesión médica: el fonendo.
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