viernes, 19 de octubre de 2012

A propósito del fonendo (1)


Me estoy refiriendo, claro, al estetoscopio, fonendoscopio o fonendo. Ese aparato acústico utilizado para oír los sonidos internos de un cuerpo animado (humano o no) o inanimado.

Por lo general ruidos cardíacos y respiratorios, aunque también se emplea para los intestinales y soplos por flujos anómalos en arterias y venas.

Este tipo de examen por medio del estetoscopio, como seguro saben, se llama auscultación.

Pero volviendo al instrumento y la bata. Recuerdo que cuando era pequeño, los médicos lo llevaban metido en uno de los bolsillos de sus largas y blancas batas. En cambio, ya no.

Ahora lo llevan colgando al cuello. Seguro que se han dado cuenta también. Van por los pasillos y lo llevan a modo de colgante. Sorprendente lugar.

Y más sorprendente aún es el hecho de que, por más que he investigado, no he encontrado una explicación clara. Pero es la moda fonendoscópica imperante. Al cuello.

A modo de justificación les diré que, hay quienes piensan, no es más que un intento de marcar diferencia, en este caso, profesional. Una diferencia que ya no marca la bata, dado que todos la llevan en el mundo de la medicina. Podría ser, aunque no se lo puedo asegurar.

Pero lo que es seguro en este asunto -de dónde llevan el fonendo los médicos-, es que no se trata de un tema menor.

Existe un curioso artículo publicado hace años en The Lancet, que nos habla de un médico de Newcastle, Stephen Proctor, que considera una patología psiquiátrica el hecho de llevar el fonendo colgando al cuello.

De hecho le puso hasta nombre. Ya saben que los médicos, aunque no tengan remedio para una enfermedad, de lo que no se privan es de ponerle nombre. Es lo primero que hacen.

Pues bien a ésta, el buen señor, la llamó síndrome del Hiperestetoscopio.

Según él, si a un joven médico se le priva de llevar su fonendo al cuello, aun fuera del horario laboral, desarrollará un estado de profunda ansiedad. Una afirmación algo arriesgada, a mi entender.

Claro que también parece estar demostrado que, llevarlo puesto puede acarrearle problemas de cervicales o de cuello. Una práctica contraproducente donde las haya.

En fin, nadie dijo que llegar a ser médico era tarea fácil, ni que estaba exento de riesgos su ejercicio.

Y precisamente de ejercicio médico y fonendoscopio les voy a hablar a continuación. Una curiosa historia en la que se mezclan ficción y realidad.

Curiosidad histórica sobre el estetoscopio 
Iré desde lo seguro hasta lo probable.

No hay ninguna duda acerca de quién, cuándo y dónde se inventó el estetoscopio. Lo hizo el médico francés René Laënnec, en 1819.

También parece ser cierto que se debió a su gran timidez. Un estado anímico que, como mucho sabemos, afecta a nuestras relaciones personales y que a él, además, le hacía pasar mucha vergüenza y pudor cuando acercaba su oído al pecho de las pacientes.

Un problema por tanto también profesional, que había que solucionar fuera como fuera.

Se cuenta, ya entramos en el terreno delo probable, que la historia del invento tuvo lugar un otoñal día de 1816 en París, cuando Laennec fue requerido para visitar en su domicilio a una señora afectada de un mal de corazón.

En un principio, durante la visita, tras tomar el pulso y percutir el tórax de la paciente, y a pesar de la gravedad, no le realizó la auscultación.

El excesivo recato percibido en los hundidos ojos de la enferma, unido a que estaban presentes el esposo y la madre de la enferma, le hicieron renunciar a ella.

Pero preocupado por ello, mientras tomaba notas para el historial de enferma, le vino a la mente una idea. Enrolló en forma de tubo el cuaderno sobre el que escribía y le pidió a la enferma que se despojara de nuevo de la prenda que le cubría el pecho.

Entonces aplicó un extremo del cuaderno enrollado al pecho de la enferma y apoyó su oreja al otro. Con sorpresa observó que oía los tonos y soplos de aquel corazón enfermo.

Y lo hacía con una nitidez que jamás había experimentado con otros enfermos. (Continuará)


2 comentarios :

una estudiante de medicina dijo...

¿Cómo continúa?

Javier Rodriguez dijo...

Excelente y muy artículo, con datos muy interesantes sobre el fonendo.