(Continuación) Allí cuenta, que en el transcurso de una comida con unos nobles españoles, tras su vuelta de América, uno de los comensales le vino a espetar algo así como:
'Sr. Colón, incluso si vuestra merced no hubiera encontrado las Indias, no nos habría faltado una persona que hubiese emprendido una aventura similar a la suya, aquí, en España. Que es tierra pródiga en grandes hombres muy entendidos en cosmografía y literatura'.
Bueno. Ya ven que la envidia y la grosería iban de la mano, y a la par, en el descortés comentario.
Una situación incómoda que sin embargo, y por lo que cuentan, Colón supo resolver de forma, cuando menos, elegante y, sobre todo, inesperada.
Se limitó a pedir un huevo crudo con el que retó a todos los presentes a que lo pusieran de pie y sin ningún soporte.
Ni que decir que todos se mostraron sorprendidos.
Visto así, resultaba ser la cosa más sencilla del mundo y que cualquiera podía hacer. Eso sí, después de que te hubieran enseñado cómo. El mensaje colombino estaba claro: ‘A toro pasado, todos somos Manolete’.
De hecho, en sentido figurado, el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) a esta expresión de “el huevo de Colón”, le da el significado de “cosa que aparenta tener mucha dificultad, pero que resulta ser fácil al conocer su artificio”. Pues sí.
Pero esta supuesta versión de la historia del huevo, asociada con Colón, no es la única que existe. Otras fuentes la relacionan con otras personas y otro lugar.
Total, sabido es que madre no hay más que una pero padres, padres, puede haber multitud.
Como varios son los reconocimientos que nuestra ciudad tiene con don Cristóbal Colón. Uno de ellos un monumento, el Monumento de Colón.
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