Y de Mozart, música y ciencia seguimos hablando.
Sólo que nos los llevamos a Sevilla. Claro. A nadie escapa que, tratándose de Mozart,
no puede ser de otra forma.
La relación del
compositor austríaco con la ciudad es más que evidente. Baste recordar que a
Sevilla dedicó dos de sus mejores óperas, Las
bodas de Fígaro y Don Juan (Don
Giovanni).
Por eso no resulta muy
comprensible el trato que el músico ha recibido y recibe de los sevillanos. De
los ciudadanos y de sus dirigentes políticos.
No fue hasta 1991, con
motivo del aniversario del segundo centenario de la muerte de W. A. Mozart
(1756-1791), que Sevilla le dedicó una estatua. Una pequeñita de tamaño y en
una inusual en la postura.
Representa al maestro
consultando una partitura que lleva en la mano izquierda, con el pie derecho
encima de una silla y un violín en la mano derecha. A mí me gusta. Qué quieren
que les diga.
La veo lejos del hieratismo
y la solemnidad de otras. Aunque comprendo que algunos la vean algo indecorosa.
No sé. Quizás tengan razón.
De lo que sí sé algo es
de lo del maltrato, les cuento.
Mozart y Sevilla
Del trato físico que ha
recibido y recibe la estatua, por parte de algunos desaprensivos ciudadanos ya
se pueden imaginar algo.
Con el paso del tiempo el gamberrismo urbano le ha arrancado el violín, la ha rallado, le ha quitado la partitura y la ha adornado con cajas, botellas y latas.
En fin vandalismo sin más.
Con el paso del tiempo el gamberrismo urbano le ha arrancado el violín, la ha rallado, le ha quitado la partitura y la ha adornado con cajas, botellas y latas.
En fin vandalismo sin más.
Y de ahí lo indecoroso
de la postura. Privado de los utensilios musicales y con el pie encima de la
silla, más parece que el bueno de Mozart se estuviera limpiando los zapatos o
algo así.
Seguro que Rolando Campos, artista
multidisciplinar y autor de la obra, debió de pensar lo mismo al verla en tal
estado.
Por desgracia el
maltrato físico popular sufrido por la estatua, casi se ve superado por el
político. Lo digo por el poco respeto mostrado por Ayuntamiento y Diputación en
lo que respecta a su ubicación.
Hasta donde he podido
averiguar, primero se pensó que estuviera en los Jardines de la Caridad pero no fue así, porque terminó siendo
inaugurada en el Paseo Colón,
enfrente justo del coso taurino del Arenal, de la Maestranza. Cosa de políticos.
Mas no quedó ahí la
cosa porque en el 2004, la estatua se trasladó junto al Teatro de la Música, el Maestranza. En el mismo paseo sólo
que en la otra acera. De la Maestranza al Maestranza.
Un cambio físico de
acera que, ¡ojo!, no es exactamente lo que en Sevilla se entiende por “pasarse a la acera de enfrente”.
Ya me entienden. (Continuará)
Ya me entienden. (Continuará)
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