sábado, 3 de septiembre de 2011

Acerca de las conferencias


En una de mis últimas conferencias, alguien me preguntó muy amablemente que desde cuándo las daba.

Algo sorprendido le contesté que suelo dar alguna que otra conferencia a lo largo del curso académico y que lo hago desde hace ya bastantes años.
Tantos que no recuerdo dónde fue la primera vez, ni de lo que hablé. Sencillamente, lo he olvidado.
Un fenómeno éste, el del olvido conferencial, que no me ha ocurrido con otros dos lacerantes recuerdos que aún me mortifican.
Uno. El miedo que pasé antes de empezar a hablar en público por primera vez. Tal era mi complejo de inferioridad cuando me vi allí.
Otro. Éste mientras pronunciaba mis primeras palabras. La sensación que tuve del exhibicionismo de mi persona como conferenciante. Ni que decirles que fue un desastre. Para olvidarla vamos.
Ha pasado el tiempo y sigo sin comprender cómo fui capaz. Será que una cosa es el miedo, y otra bien distinta, la cobardía.

Que no es lo mismo la sensación de miedo y el comportamiento cobarde.
Innata e involuntaria la primera. También innato, pero controlable por la voluntad, el segundo. Y en la voluntad está el salto cualitativo que nos diferencia de otras especies. Por eso, somos humanos.  
También recuerdo el escaso número de personas que acudió. Antes de empezar las conté. Tan nervioso estaba y tan poca gente había. En concreto, diez. Sí.
Aunque bien es cierto que, ya empezada, entraron cinco más. Así que tuve un total de quince.
Como dijo aquél, con menos hizo Jesús de Nazaret una revolución. Ya. Y a modo de consuelo podría servir. Pero estarán conmigo que no se puede comparar. Él era Jesucristo, el ungido.
Así que no me consoló y lo que les dije. Para olvidarla.
Con el tiempo las conferencias se han sucedido, las circunstancias han cambiado, yo he evolucionado y todos hemos corrido desigual suerte.
Los miedos primerizos se me ven menos. No es que hayan desaparecido, siguen ahí, sólo que ahora vienen disfrazados de nervios, de responsabilidad.
Comparto con T. Hobbes su visión del binomio miedo-hombre:“El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo”.
El miedo viene a ser como una sombra que viaja con nosotros. Así me lo he imaginado siempre y no creo que ya cambie. Lo que sí ha cambiado, por fortuna, es el número de asistentes a mis charlas.
Lo digo porque ha aumentado. No mucho, ésa es la verdad. Y tal cual lo digo.
Como también lo han hecho, las instituciones que han tenido la gentileza de invitarme como conferenciante: ateneos, asociaciones de vecinos, bibliotecas, institutos de enseñanza, asociación de mujeres, foros culturales, clubes deportivos, en fin, las propias en estos casos.
Y algo más ha cambiado. Pero mejor me lo enroco para otra entrada bloguera. 


2 comentarios :

Lucía Arroyo dijo...

Me gustaría poder asistir a alguna conferencia suya

Irene Sánchez dijo...

¿Piensa dar alguna conferencia en este curso?