Aunque con algo (bastante) de retraso, lo lamento (llevo una racha que ya me vale), les traigo un tema ya tratado en esta tribuna divulgativa.
Algunos de los sucedidos relacionados con la llegada del hombre a la Luna y la celebración de su 40 aniversario, en este año del Señor de 2009.
Una conmemoración que por cierto, ha dejado en la sombra otra no menos relevante.
Me refiero a la del 7 de octubre de 1959, otro aniversario, en la que se obtuvieron las primeras fotografías del lado oscuro de la Luna. El nunca visto por el hombre.
Las realizó la sonda soviética Lunik-3, y ya hemos comentado en otra entrada, algunos de los detalles científicos y técnicos de la misma, por lo que no insistiremos.
De lo que sí me gustaría hablarles, en esta ocasión, es de las dificultades que hubo que vencer, para poder conseguir dichas fotografías. Una auténtica proeza tecnológica para la época y no les exagero lo más mínimo. No fue para menos.
De entrada hubo que proteger la película de 35 mm de los energéticos y destructores rayos cósmicos. Después se tuvo que mantener fijo el eje del vehículo, algo nada fácil, mientras la cámara fotografiaba.
A continuación se revelaron los negativos en condiciones de microgravedad. Para, con posterioridad, escanear las tomas y luego transmitirlas por radio a la Tierra. Y todo eso dentro de la propia sonda y de modo automático.
Recordemos que se trataba de una misión no tripulada. Por supuesto que fue un magnífico logro soviético la consecución de esas fotografías.
Unas fotografías que Moscú se apresuró a distribuir a discreción. No olvidemos que este sensacional éxito espacial era, sobre todo y más que nada, una magnífica propaganda política.
Porque la batalla entre ambas potencias no era lo que parecía. Más que científico-tecnológica, era político-social. De ideologías.
Y sí. Fue otro gran golpe de efecto soviético en la carrera espacial. De hecho, más de uno en los Estados Unidos temió ver en poco tiempo, unos gigantescos hoz y martillo trazados con pintura roja, sobre la superficie lunar. Pero se equivocaron.
En honor a la verdad hay que decir que la Academia de Ciencias Soviéticas se limitó a bautizar algunos de los cráteres descubiertos con nombres de cosmonautas y héroes del Ejército Rojo. Lo normal. De justicia es reconocer que fueron discretos.
Del contenido de las fotos ya les hablé. Aunque gris y desolada a primera vista, una atenta mirada sobre la cara no visible de la Luna revelaba una superficie torturada y escabrosa. Una imagen fruto, sin duda, de su indefensa exposición al espacio exterior.
Algo que contrastaba profundamente con las vastas planicies basálticas (mares) que cubren la cara visible. Con el tiempo, esta cara de la Luna, terminó siendo cartografiada por completo. Y con ello se acabó su misterio.
Se obraba el desencantamiento de este patrimonio poético. Un clásico del hombre. Alguien dijo: “La Luna ha sido consumida”. Y no le faltaba razón.
Desde entonces la Luna ya no es la que era. Y su invisible lado oscuro inspira al público tan poco interés como el visible. Maldita Ciencia.
Terminará acabando con todos los misterios, y entonces, ¿de qué vivirán los magufos pseudocientíficos y los charlatanes de lo paranormal? Señor, Señor.
Algunos de los sucedidos relacionados con la llegada del hombre a la Luna y la celebración de su 40 aniversario, en este año del Señor de 2009.
Una conmemoración que por cierto, ha dejado en la sombra otra no menos relevante.
Me refiero a la del 7 de octubre de 1959, otro aniversario, en la que se obtuvieron las primeras fotografías del lado oscuro de la Luna. El nunca visto por el hombre.
Las realizó la sonda soviética Lunik-3, y ya hemos comentado en otra entrada, algunos de los detalles científicos y técnicos de la misma, por lo que no insistiremos.
De lo que sí me gustaría hablarles, en esta ocasión, es de las dificultades que hubo que vencer, para poder conseguir dichas fotografías. Una auténtica proeza tecnológica para la época y no les exagero lo más mínimo. No fue para menos.
De entrada hubo que proteger la película de 35 mm de los energéticos y destructores rayos cósmicos. Después se tuvo que mantener fijo el eje del vehículo, algo nada fácil, mientras la cámara fotografiaba.
A continuación se revelaron los negativos en condiciones de microgravedad. Para, con posterioridad, escanear las tomas y luego transmitirlas por radio a la Tierra. Y todo eso dentro de la propia sonda y de modo automático.
Recordemos que se trataba de una misión no tripulada. Por supuesto que fue un magnífico logro soviético la consecución de esas fotografías.
Unas fotografías que Moscú se apresuró a distribuir a discreción. No olvidemos que este sensacional éxito espacial era, sobre todo y más que nada, una magnífica propaganda política.
Porque la batalla entre ambas potencias no era lo que parecía. Más que científico-tecnológica, era político-social. De ideologías.
Y sí. Fue otro gran golpe de efecto soviético en la carrera espacial. De hecho, más de uno en los Estados Unidos temió ver en poco tiempo, unos gigantescos hoz y martillo trazados con pintura roja, sobre la superficie lunar. Pero se equivocaron.
En honor a la verdad hay que decir que la Academia de Ciencias Soviéticas se limitó a bautizar algunos de los cráteres descubiertos con nombres de cosmonautas y héroes del Ejército Rojo. Lo normal. De justicia es reconocer que fueron discretos.
Del contenido de las fotos ya les hablé. Aunque gris y desolada a primera vista, una atenta mirada sobre la cara no visible de la Luna revelaba una superficie torturada y escabrosa. Una imagen fruto, sin duda, de su indefensa exposición al espacio exterior.
Algo que contrastaba profundamente con las vastas planicies basálticas (mares) que cubren la cara visible. Con el tiempo, esta cara de la Luna, terminó siendo cartografiada por completo. Y con ello se acabó su misterio.
Se obraba el desencantamiento de este patrimonio poético. Un clásico del hombre. Alguien dijo: “La Luna ha sido consumida”. Y no le faltaba razón.
Desde entonces la Luna ya no es la que era. Y su invisible lado oscuro inspira al público tan poco interés como el visible. Maldita Ciencia.
Terminará acabando con todos los misterios, y entonces, ¿de qué vivirán los magufos pseudocientíficos y los charlatanes de lo paranormal? Señor, Señor.
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