Profesionalizando el amarillismo científico

Y seguimos con otra noticia de formación-divulgación científica en Sevilla. Mas si la de la semana pasada era excelente, por desgracia, ésta otra de la que les voy a hablar es deplorable. Y lo es por doble motivo.

Porque su cometido es el de propagar pseudociencia en vez de ciencia. Y porque la organiza la misma Universidad de Sevilla. En concreto la Facultad de Comunicación, con motivo de su vigésimo aniversario.


El caso es que esta facultad ha convocado del 13 al 16 de octubre, una actividad con un suspecto y rimbombante nombre: "I Jornadas de Periodismo de Misterio e Investigación".

Su nombre es suspecto porque no se sabe qué es eso de Periodismo de Misterio. No está definido en ningún sitio. Se lo han inventado ‘ad hoc’. Es la típica expresión hueca. Una caja vacía de contenido.

Y rimbombante, por que el título se las trae. Estarán conmigo que no se puede pretender ser más pomposo y terminar siendo más cursi. Aunque eso sí. Sirve al propósito. El de ocultar la verdad.

Que no es otra que el puro mercantilismo, las audiencias masivas, la más absoluta ignorancia en ciencia y una nula capacidad investigadora independiente y escéptica.

Y esto lo sé porque he leído quienes son los intervinientes. Todos viejos conocidos. Cinco ejemplares escogidos de entre lo mejorcito de cada casa. O casi.

Se ve que los organizadores no van sobrados de dinero y ha habido que tirar de segundones.

No me pregunten quienes son porque me da la risa. Pero bueno, ya de la que va, les diré que la manita magufa la forman: Javier Sierra, Jesús Calleja, Nacho Ares, Francisco Contreras y Miguel Blanco.

Si conocen el cesto paracientífico no tendrán necesidad que les hable de la catadura de sus mimbres esotéricos. Yo, si me lo permiten, prefiero no hacerlo. Es que me cansan. Son tan aburridos. Se repiten tanto. Además, son tan prescindibles cuando se habla de ciencia.

Pero claro, no hay que equivocarse. Ellos van a lo suyo. Mientras le paguen una y otra vez por decir lo mismo. Qué quieren. Son profesionales de lo suyo. Hasta yo, a lo mejor, si tuviera las mismas tragaderas lo haría. Y creo, ahora que se lo estoy diciendo, que hasta mejor.

Pero no. Yo en lo que estaba. Las jornadas de marra. Ya me dirán ustedes si esto es propio de una facultad universitaria. Aunque sea de Comunicación. No tienen excusas. El hecho de no ser científica no le exime de ser rigurosa y exigente en la selección de lo que aceptan en sus aulas.

Algo tendrán que decir los actuales y los futuros periodistas al respecto.

No parece de recibo que en su facultad se difunda la superstición y la incultura como si fuera formación, y que además se vincule al nombre del periodismo. O sea que lo hagan en su nombre. Es lo último y lo peor. El insulto y la ofensa juntos de la mano.

Y por supuesto, tres cuarto de lo mismo para los científicos y sus facultades. No conviene que se tome el nombre de la ciencia en vano.

Sólo una cosa me gusta de esta información. No parece que la facultad conceda créditos de libre configuración a los universitarios por la asistencia. Por algo será.

Algo huele a podrido en Dinamarca, que dijo aquel.