Para Sophia Bishop, una gris empleada de funeraria, el cadáver que tenía ante sus ojos era, sencillamente, uno más. Otro a preparar para su enterramiento. Lo normal de cada día, pura rutina.
Sin embargo, en esa tarde de julio de 1865, nada estaba más lejos de la normalidad.
Ya para empezar, lo que tenía delante de sus ojos era el inequívoco cuerpo de una mujer.
Pero la documentación decía que se trataba de un hombre, el célebre cirujano militar James Barry (1795-1865).
Otro error administrativo, pensó. Una documentación más traspapelada. Otra anécdota para contar. Pero estaba en un error.
Una mujer que, además, en algún momento de su vida, incluso, estuvo embarazada. No había la menor duda.
Ni que decir tiene que la noticia corrió como la pólvora. No en vano había ocurrido en el ejercito. Y para más inri, nada más saberse, fueron muchas personas, que dijeron haber trabajado con Barry a lo largo de su vida, las que afirmaron haber tenido dudas acerca de su sexo.
El asunto empezaba a tomar tintes de escándalo.
Por eso, aprovechando que no se le había realizado la autopsia al cadáver, ya que había muerto a causa de la epidemia de disentería que azotó Londres ese verano, el mando militar negó la mayor. Nada de lo dicho era cierto.
No era una mujer. Se trataba sólo de un rumor, sustentado en las declaraciones de una simple empleada y unos cotillas desocupados.
De modo que el cadáver fue enterrado con el nombre de James Barry y todos los honores militares que le correspondían por su graduación, Inspector General de Hospitales (equivalente a general de brigada).
Pero, ¿quién fue en realidad James Barry? ¿Una mujer o un hombre? Si fue una mujer, ¿cómo es que llegó a ser médico militar en esa época?
Es más, ¿cómo consiguió estudiar medicina si era una actividad que no le estaba permitida a las mujeres?
Lo cierto es que en esta historia no resulta fácil separar realidad de especulación. Así que empezaré por lo primero.
De pequeña estatura, pelo pajizo rizado y voz atiplada, Barry tenía una personalidad polémica. Simultaneaba ser solícito y exquisito, con un carácter fuerte y pendenciero. Llegó incluso a batirse en duelo a pistola, por lo que le sometió a un juicio militar.
Fue un notable médico militar que introdujo, a lo largo de su carrera, una serie de ideas innovadoras, sobre todo en materia de higiene, que cambiaron los pronósticos sobre muchas enfermedades.
Destinado en Ciudad del Cabo, propuso un nuevo sistema de conducción del agua para la ciudad, dado que su grado de contaminación provocaba múltiples enfermedades.
También denunció la forma inhumana en la que eran tratados los enfermos mentales. Y hasta planteó una nueva política para las colonias de enfermos con lepra.
También destacó como cirujano. Es en esta ciudad donde atiende a una mujer de parto y le practica la que está considerada como la primera cesárea conocida fuera de suelo inglés. Corría el Año del Señor de 1826.
Por lo que se sabe también fue la primera cesárea en la que se salvaron la madre y la criatura. Sin duda una persona singular.
Son más bien escasos los datos que se tienen y, por tanto, muchas las especulaciones existentes. Tanto acerca de su sexo, como de su identidad.
Su biografía documentada y fiable no empieza hasta 1809 cuando, como hombre, ingresa en la universidad de Edimburgo para estudiar medicina. No tuvo más remedio.
De hecho tendrían que pasar bastantes décadas, para que las mujeres empezaran a ser admitidas como estudiantes en las universidades.
También como hombre se alistó en el ejército, y está documentado que participó en la batalla de Waterloo. Y poco más. Como les dije poco, muy poco.
En realidad casi nada sobre quien fue la mujer que vivió y fue enterrada como el varón, James Barry. La mujer que engañó a todo un imperio
Sin embargo, en esa tarde de julio de 1865, nada estaba más lejos de la normalidad.
Ya para empezar, lo que tenía delante de sus ojos era el inequívoco cuerpo de una mujer.
Pero la documentación decía que se trataba de un hombre, el célebre cirujano militar James Barry (1795-1865).
Otro error administrativo, pensó. Una documentación más traspapelada. Otra anécdota para contar. Pero estaba en un error.
El secreto del doctor
La anécdota dejó paso a la intriga cuando hizo la correspondiente comprobación. Y sí. La documentación correspondía al cadáver. Así que el doctor del ejército era en realidad una mujer.Una mujer que, además, en algún momento de su vida, incluso, estuvo embarazada. No había la menor duda.
Ni que decir tiene que la noticia corrió como la pólvora. No en vano había ocurrido en el ejercito. Y para más inri, nada más saberse, fueron muchas personas, que dijeron haber trabajado con Barry a lo largo de su vida, las que afirmaron haber tenido dudas acerca de su sexo.
El asunto empezaba a tomar tintes de escándalo.
Por eso, aprovechando que no se le había realizado la autopsia al cadáver, ya que había muerto a causa de la epidemia de disentería que azotó Londres ese verano, el mando militar negó la mayor. Nada de lo dicho era cierto.
No era una mujer. Se trataba sólo de un rumor, sustentado en las declaraciones de una simple empleada y unos cotillas desocupados.
De modo que el cadáver fue enterrado con el nombre de James Barry y todos los honores militares que le correspondían por su graduación, Inspector General de Hospitales (equivalente a general de brigada).
Pero, ¿quién fue en realidad James Barry? ¿Una mujer o un hombre? Si fue una mujer, ¿cómo es que llegó a ser médico militar en esa época?
Es más, ¿cómo consiguió estudiar medicina si era una actividad que no le estaba permitida a las mujeres?
Lo cierto es que en esta historia no resulta fácil separar realidad de especulación. Así que empezaré por lo primero.
La mujer que engañó a todo un imperio
Aunque durante más de un siglo estuvo oculto el expediente del ilustre médico, a mediados del siglo XX se pudieron conocer todos los detalles de su carrera militar.De pequeña estatura, pelo pajizo rizado y voz atiplada, Barry tenía una personalidad polémica. Simultaneaba ser solícito y exquisito, con un carácter fuerte y pendenciero. Llegó incluso a batirse en duelo a pistola, por lo que le sometió a un juicio militar.
Fue un notable médico militar que introdujo, a lo largo de su carrera, una serie de ideas innovadoras, sobre todo en materia de higiene, que cambiaron los pronósticos sobre muchas enfermedades.
Destinado en Ciudad del Cabo, propuso un nuevo sistema de conducción del agua para la ciudad, dado que su grado de contaminación provocaba múltiples enfermedades.
También denunció la forma inhumana en la que eran tratados los enfermos mentales. Y hasta planteó una nueva política para las colonias de enfermos con lepra.
También destacó como cirujano. Es en esta ciudad donde atiende a una mujer de parto y le practica la que está considerada como la primera cesárea conocida fuera de suelo inglés. Corría el Año del Señor de 1826.
Por lo que se sabe también fue la primera cesárea en la que se salvaron la madre y la criatura. Sin duda una persona singular.
Acerca de sus orígenes
Aquí es donde las dificultades se multiplican.Son más bien escasos los datos que se tienen y, por tanto, muchas las especulaciones existentes. Tanto acerca de su sexo, como de su identidad.
Su biografía documentada y fiable no empieza hasta 1809 cuando, como hombre, ingresa en la universidad de Edimburgo para estudiar medicina. No tuvo más remedio.
De hecho tendrían que pasar bastantes décadas, para que las mujeres empezaran a ser admitidas como estudiantes en las universidades.
También como hombre se alistó en el ejército, y está documentado que participó en la batalla de Waterloo. Y poco más. Como les dije poco, muy poco.
En realidad casi nada sobre quien fue la mujer que vivió y fue enterrada como el varón, James Barry. La mujer que engañó a todo un imperio
2 comentarios :
Nunca había oido hablar de este/esta ser humano.
Muy bien traido.
wow !
super interesante graciiaz x el dato
Saludos
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