Es una buena pregunta cuya respuesta parece obvia: pues porque no se ve.
Lo que nos lleva a la siguiente: ¿Y por qué no vemos la cara oculta de la Luna?
Éste es un hecho constatado. Sea luna llena, menguante, creciente o nueva, la miremos directamente o con telescopios, siempre vemos las mismas cosas de ella.
Sea donde sea donde estemos, en cualquier país del mundo, siempre le veremos la misma cara.
La explicación científica reside en su cinemática. La Luna como la Tierra tiene también dos movimientos. Uno de traslación alrededor de la Tierra, ya que es nuestro satélite, y otro de rotación sobre sí misma. Y resulta que emplea el mismo tiempo en realizar ambos. Es decir que tienen el mismo periodo (T).
La rotación lunar sobre su propio eje es sincrónica con la traslacción alrededor de nuestro planeta y el valor de su sincronismo es de 27,7 días. Por este motivo siempre nos muestra la misma superficie. Lo que es un fenómeno muy frecuente en los satélites de nuestro Sistema Solar. Se dice de ellos que están desgirados, es decir que presentan siempre la misma cara al planeta más grande de los que orbite.
Se trata de una superficie que no es exactamente la mitad, sino un poco más, el 59% de ella. La razón estriba en la influencia gravitatoria que también ejerce sobre la Luna, nuestro astro el Sol.
Lo que es causa de un fenómeno conocido como libración. Unos balanceos en su fase de rotación que posibilitan que veamos más de la mitad de su superficie.
En concreto la Luna nos oculta una superficie de unos cinco millones y medio de kilómetros cuadrados (5 500 000 km2). Una zona mucho más accidentada que el hemisferio visible debido a que, como siempre está vuelta hacia el espacio, es la cara más expuesta a la caída de asteroides.
Recordar que de esta cara no pudimos saber nada a ciencia cierta, hasta que nos llegaron las primeras fotografías de la sonda soviética Luna 3, que fue la que tomó las primeras instantáneas, el 7 de octubre de 1959. Una misión que, ya les conté, no iba tripulada
Ningún ser humano pudo contemplarla, directamente, hasta pasado nueve años. Cuando los astronautas de la NASA, la circunvalaron por primera vez a bordo del Apolo 8 en 1968. (Continuará).
Lo que nos lleva a la siguiente: ¿Y por qué no vemos la cara oculta de la Luna?
Éste es un hecho constatado. Sea luna llena, menguante, creciente o nueva, la miremos directamente o con telescopios, siempre vemos las mismas cosas de ella.
Sea donde sea donde estemos, en cualquier país del mundo, siempre le veremos la misma cara.
La explicación científica reside en su cinemática. La Luna como la Tierra tiene también dos movimientos. Uno de traslación alrededor de la Tierra, ya que es nuestro satélite, y otro de rotación sobre sí misma. Y resulta que emplea el mismo tiempo en realizar ambos. Es decir que tienen el mismo periodo (T).
La rotación lunar sobre su propio eje es sincrónica con la traslacción alrededor de nuestro planeta y el valor de su sincronismo es de 27,7 días. Por este motivo siempre nos muestra la misma superficie. Lo que es un fenómeno muy frecuente en los satélites de nuestro Sistema Solar. Se dice de ellos que están desgirados, es decir que presentan siempre la misma cara al planeta más grande de los que orbite.
¿Y cuánta superficie vemos?
Se trata de una superficie que no es exactamente la mitad, sino un poco más, el 59% de ella. La razón estriba en la influencia gravitatoria que también ejerce sobre la Luna, nuestro astro el Sol.
Lo que es causa de un fenómeno conocido como libración. Unos balanceos en su fase de rotación que posibilitan que veamos más de la mitad de su superficie.
En concreto la Luna nos oculta una superficie de unos cinco millones y medio de kilómetros cuadrados (5 500 000 km2). Una zona mucho más accidentada que el hemisferio visible debido a que, como siempre está vuelta hacia el espacio, es la cara más expuesta a la caída de asteroides.
Recordar que de esta cara no pudimos saber nada a ciencia cierta, hasta que nos llegaron las primeras fotografías de la sonda soviética Luna 3, que fue la que tomó las primeras instantáneas, el 7 de octubre de 1959. Una misión que, ya les conté, no iba tripulada
Ningún ser humano pudo contemplarla, directamente, hasta pasado nueve años. Cuando los astronautas de la NASA, la circunvalaron por primera vez a bordo del Apolo 8 en 1968. (Continuará).
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