No, hoy no le escribo de ciencia, de las extraordinarias aportaciones en diferentes campos de la misma por parte de estos tres extraordinarios hombres, sino de algunos versos que les dedicaron otros tantos magníficos poetas.
Eso
sí con una particularidad, a pesar de ser escritos en momentos y circunstancias
diferentes, están como encadenados y se pueden leer uno como continuación de
otro, o al menos así me lo parece; vea si no.
Nature and nature's laws lay hid in night: /God said, Let
Newton Be! and all was light.
Es del
reconocido poeta cristiano inglés Alexander Pope (1688-1744), un pareado para el
epitafio que en 1730 dedicó a la muerte del único y genial Isaac Newton
(1643-1727) y en el que, con menos de veinte palabras, vincula al científico con
los primeros versículos de la Biblia, es decir a igual altura que el
mismo Creador. Demasiada quizás para un mortal, aunque se tratara de Don Isaac.
Ni que decirle tengo que tan genial como blasfemo juego literario nunca se grabó sobre su tumba en la abadía de Westminter, lo que curiosamente no evitó que con el tiempo se hiciera famoso y un socorrido ejemplo de la admiración que el genio científico despertaba. (‘La naturaleza y las leyes de la naturaleza permanecían ocultas en la noche: / Dios dijo: ¡Deja que Newton sea! y todo se hizo luz’).
Ya lo he escrito en otra ocasión su tocayo, el
divulgador Isaac Asimov (1920-1992), escribió en el ensayo ¿Quién
fue el científico más grande que jamás existió? lo siguiente: “Responder
a esta pregunta es fácil, lo difícil sería contestar a la pregunta ¿quién es
el segundo científico más grande?”; y es que a su parecer, no había
discusión posible, el primero era Newton.
It did not last; the Devil
howling "Ho!" / "Let Einstein be!” restored the status quo.
El epigrama de Pope se mantuvo como declaración asertiva y en principio definitiva hasta que unos dos siglos después, en la década de 1920, otro poeta inglés, John Collings Squire (1884-1958), agregara un segundo pareado respondiendo con un punto de vista completamente opuesto de la cuestión. (Pero esto no duró, pues el diablo exclamó: / “que Einstein sea”, y restauró el status quo). Encantadora respuesta al epigramático poema, que como ya se imagina tampoco quedó ahí. No.
God rolled his dice, to Einstein’s great dismay: /
Let Feynman be!” an all was clear as day
Unas décadas después de Squire, el físico e historiador de la ciencia indio-estadounidense Jagdish Mehra (1931-2008) añadía los versos del encabezado, Dios hizo rodar sus dados, para gran consternación de Einstein: / “¡Sea Feynman!”, y todo fue claro como el día. Y hasta aquí, ¿continuará?
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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