(Continuación) … Sin embargo, existe documentación que demuestra la existencia de excepciones a esta generalización, a veces las nubes huelen, como ocurre en el caso de las tormentas eléctricas, en las que se forma gran cantidad de gas ozono (O3) por la acción de los rayos generados en los cumulonimbos, nubes de gran desarrollo vertical.
Un gas ozono, de olor agradable
para unos y no tanto para otros, que el polígrafo neerlandés Martin van Marum (1750-1837) describió entre
metálico y picante y del que predijo su existencia hacia 1785; se trata de una sustancia simple en la que
sus moléculas están constituidas por tres átomos de oxígeno, siendo el primer alótropo de un elemento químico identificado
por la ciencia.
O durante la formación de los cúmulos, nubes de
desarrollo vertical con forma de coliflor, que absorben aromas de la vegetación
y de los gases más elevados, y que algunos pilotos de avionetas afirman haber percibido
cuando los atravesaban.
De la constitución de las nubes
Por tanto, las nubes están constituidas principalmente por agua tanto en estado de vapor, como en forma de diminutas gotas líquidas e incluso a veces en forma de cristales de hielo que, en cualquiera de los casos, son inodoras.
Pero como sabemos, también albergan
los denominados núcleos
de condensación, en una proporción minúscula y
que sí huelen, son sustancias ya citadas como la sal, gotas de ácido nítrico, sulfatos, partículas
de polvo, polen o cenizas.
En lo que respecta al tamaño de
las microgotas líquidas, su diámetro oscila entre los 0,2 y 0,3 mm que vienen a
ser, para que se haga una idea, como las de un spray de los que tenemos en
casa, solo que en este caso sería uno gigantesco.
El caso es que observar las nubes es un placer fácil de lograr, pero olerlas, dada la altura a la que se encuentran, es algo más complicado y lo cierto es que la ciencia tampoco ha investigado mucho al respecto; ya de la que va, hablando de observar se me ocurren un par de preguntas.
Si las nubes están constituidas sobre todo de agua que es incolora, o si lo prefiere invisible, ¿por qué las vemos como si fueran “algodones blancos flotando”? Una pregunta casi infantil, cuya respuesta nos viene de la mano de una adulta rama de las ciencias, la óptica y de algunos de los fenómenos que experimenta la luz cuando interactúa con la materia, me refiero a la dispersión y la reflexión. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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