(Continuación) El descubrimiento de nuevas estrellas fue el segundo de sus logros al observar, primero, que el número de estrellas visibles con el telescopio se duplicaba y, segundo, que sorprendentemente no aumentaban de tamaño, cosa que sí ocurría con los planetas, el Sol y la Luna.
Todo un ataque en la misma línea de flotación del modelo
geocéntrico, y a favor del modelo heliocéntrico por aquello del paralaje,
diferencia de posiciones de las estrellas dependiendo del lugar de la Tierra en
su órbita.
También, en no mucho tiempo, descubre la naturaleza de la
Vía Láctea, cuenta las estrellas de la constelación de Orión y
constata que ciertas estrellas visibles a simple vista son, en realidad, cúmulos
de estrellas. (‘Después de la Luna, observé frecuentemente otros cuerpos
celestes, tanto estrellas fijas como planetas, con increíble deleite´).
1.
Observaciones astronómicas galileanas: Júpiter
A principios de 1610, realiza quizás su descubrimiento más famoso al mirar a Júpiter y encontrar cuatro pequeñas «estrellas» girando cerca de él, cada una de ellas en su propia órbita, como si fueran una versión en miniatura del universo copernicano.
Pero claro, eso no podía (debía) ser según el sistema aristotélico-tolemaico,
que sólo admitía revoluciones alrededor de una estática Tierra.
No, no podía ser, pero allí estaban y con ellos, como innegable
e irrefutable evidencia visual, desaparecía uno de los obstáculos a los que se enfrentaba
la hipótesis de Nicolás Copérnico (1473-1543), defendida en su De
Revolutionibus Orbium Coelestium,1543 en la que situaba al Sol, y no a la
Tierra, en el centro del universo, el sistema copernicano.
Heliocentrismo vs. Geocentrismo, una conmoción en toda Europa que llevó a decir al jesuita, matemático y astrónomo alemán Cristóbal Clavio (1538-1612), implicado en la reforma del calendario gregoriano y a veces considerado el “Euclides del siglo XVI”, aquello de ‘Todo el sistema de los cielos ha quedado destruido y debe arreglarse’. Un hombre práctico.
2.
Observaciones astronómicas galileanas: Saturno
No, no solo no éramos el único cuerpo girando alrededor
del Sol y sobre nosotros girando otro, sino que, además, por primera vez en la
historia y gracias a Galileo, el ser humano empezaba a conocer la
verdadera naturaleza física de los cuerpos celestes que le rodean y nuestra
ubicación planetaria en el universo, el origen del manido ‘giro copernicano’.
En julio de 1610 orienta su telescopio hacia Saturno
y descubre unos extraños anillos con apariencia de dos asas. Un error de visión
achacable, de entrada, a la baja calidad óptica del telescopio y, de salida, al
hecho de que hacía solo unos meses que había descubierto los cuatro mayores
satélites de Júpiter. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue
publicado el 06 de marzo de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA,
del diario digital Sevilla Actualidad.
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