Proseguimos con la quinta entrega de esta saga prontuaria y, por lo ya tratado, a la vista queda la advertencia primera que le hice. Lo que parece sencillo de entrada, no siempre resulta elemental a la hora de explicarlo.
Lo que sí resulta siempre evidente, es el hecho de que la ciencia está detrás de todas esas explicaciones ya devenidas y de las, probablemente, por venir.
Y es que la ciencia tiene poco pasado, pero mucho futuro.
Ya hemos nombrado en este prontuario, aunque de pasada, este movimiento de nuestro planeta. Uno más de la manita larga que tiene. Lo hicimos en ¿Por qué hace más frío en otoño e invierno que en verano?
Lo que no dijimos es el valor de la rapidez lineal con la que se realiza esta traslación terráquea. Se puede considerar un valor medio de nada menos que treinta kilómetro por segundo (30 km/s).
De modo que en el tiempo que tardamos en decir ¡Jesús!, la posición que ocupamos sobre su superficie se ha movido en el espacio la nada despreciable distancia de treinta kilómetros. Y con ella nosotros, ¿cómo es que no notamos nada?
¿Cómo es que no notamos nada, yendo a semejante velocidad?
Una primera y coloquial aproximación a la respuesta nos la da una experiencia que es probable haya vivido: realizar un crucero. Cuando nos desplazamos en un transatlántico, no nos damos cuenta que nos estamos moviendo.Podemos bailar, comer o jugar al pingpong como si estuviéramos atracado en el puerto.
Es más, si no miramos por las ventanillas no sabremos siquiera si estamos parado o en movimiento. Todo esto, naturalmente, si no hay una tormenta marina. Si es así, entonces y como a lo mejor por desgracia sabe de forma práctica, la cosa cambia. Y vaya si se nota.
La razón de esto se debe a que el barco lleva movimiento uniforme (MU); es decir se mueve con un vector velocidad constante durante todo el tiempo (v = cte). Y así no hay forma humana de detectar el movimiento.
La explicación apuntada forma parte de un principio físico ya advertido por Galileo y Newton, en el siglo XVII y que pertenece a la, también citada, relatividad galileana.
Es conocido como Principio de Relatividad de Galileo o de Relatividad Clásica y nos viene a decir que: “Las leyes de la mecánica son las mismas en todos los sistemas de referencias inerciales, SRI”.
De este principio se deduce que las medidas realizadas en un SRI, no permiten determinar si un cuerpo está en reposo (v = 0) o con movimiento recto uniforme MRU (v = cte).
Lo que le dije antes. Lo mismo puede dormir que correr en un trasatlántico, esté éste en reposo o con MRU.
Por cierto que la velocidad de desplazamiento del planeta la he calculado dividiendo la longitud de la trayectoria descrita novecientos treinta millones de kilómetros (930 000 000 km) entre el tiempo invertido en recorrerla, un (1) año.
Lo que da una rapidez de ciento ocho kilómetros a la hora (108 km/h) o lo que es lo mismo, treinta kilómetro al segundo (30 km/s) en el plano de la eclíptica.
Que no es cualquier cosa y, sin embargo, ni nos damos cuenta.
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