(Continuación) Pero si el mismo retraso se produce en el caso de una cola única, entonces, ésta seguirá moviéndose en la misma medida que las otras cajas vayan quedando disponibles.
Dicho de otra forma, el parón en una de las cajas afectará a todos, por supuesto que sí, pero lo hará de una forma bastante llevadera para el resto de los clientes, ya que el retraso se repartirá entre todas.
De ahí que este sistema sea el que recomiendan los organizadores de colas. Que en los establecimientos, los clientes formen una sola línea para todos los puntos de atención.
De esta forma si hay, por decirles un número, tres, la cola unificada será tres veces más rápida que si se hace una cola por cada caja.
No obstante, la irrefutable bondad del sistema unicolero visto desde la perspectiva matemática, plantea un problema sociológico desde el punto de vista humano.
Contradicción humana
Un escollo psico-cognitivo que radica en la percepción que tenemos cada uno de nosotros, cuando llegamos y vemos una sola cola con tanta cantidad de gente. Parece ser que, psicológicamente hablando, esta visión nos produce un impacto negativo y con él, una especie de contrariedad. Y está claro que si estamos emocionalmente contrariados, a disgusto, las personas no nos mostramos con predisposición para entender las cosas.
Ni siquiera para las que resultan más obvias, desde el punto de vista racional.
Por eso es frecuente que en la mayoría de los establecimientos, no sigan este consejo estadístico. Argumentan que este sistema de gestión de cola única molesta, inconscientemente, a los clientes y de alguna manera se quejan (nos quejamos) de que haya una sola.
No. “Que haya varias”, parece ser que pedimos sin decirlo. Es como si prefiriéramos jugárnosla, eligiendo una cola de las varias que hubiera.
Con lo que de decepcionante tiene la elección y que nos lleva de nuevo al principio: ¿por qué siempre es otra cola, no en la que yo estoy, la más rápida?
Una percepción que, por desgracia, está muy cercana a la realidad, como bien nos demuestran la rama matemática conocida como Teoría de Colas y que nos dice que la probabilidad obra en contra nuestra. Una teoría que colea.
Hay colas al lado nuestro, que se mueven más rápido que la que hemos elegido. Una realidad percibida que convierte a la cola de espera es uno de los lugares más irritantes que existen.
¿Entonces por qué preferimos que haya varias? ¿No es esto una contradicción? ¿No dicen que somos homo sapiens?
Lo mismo no andan lejos de la verdad, aquellos que piensan que una señal de inteligencia de primer orden es, precisamente, la capacidad de tener dos ideas opuestas presentes en la mente al mismo tiempo y, a pesar de ello, no deja de ser racional.
¿Mira que si va a ser cierto que sólo los imbéciles no se contradicen nunca? ¿Por qué somos así?
Seguro que tiene por más que evidente -y quizás también comprobado, si es seguidor asiduo del blog-, el hecho de que queda muy lejos de mi capacidad el poder responderle a cuestiones de este calado. Por lo que no insistiré en el asunto.
Si acaso le dejo con una cita a modo de asidero intelectual.
Es del dibujante, caricaturista y productor de películas estadounidense Walt Disney, (1901-1966) y dice así: “La vida es tan buena maestra que si no aprendes la lección, te la repite”.
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