Fleming en Jerez de la Frontera
(Continuación) Les digo esto porque fue visitando las Bodegas Domecq, cuando se dejó caer con aquello de: “Yo he descubierto un hongo que cura a los enfermos, pero ustedes tienen otro que resucita a los muertos”.Una afirmación, más o menos informal del científico, sobre un tema del que el refranero popular da buena cuenta en sus claras alusiones a los, constatados y contrastados, efectos saludables del consumo de los vinos de Jerez.
Refranero que procede, claro está, de la sabiduría popular.
No hay que olvidar que, desde hace muchos años, el Sherry era muy estimado en buena parte de Europa, por sus propiedades terapéuticas y antisépticas. De hecho se llegó a utilizar en la lucha contra la devastadora peste europea. Una medida de emergencia, por supuesto.
Y por supuesto ha sido utilizado, durante muchos años, como remedio casero contra diversos achaques y enfermedades. Por ejemplo, en estas tierras tenemos el candié.
Un reconstituyente propio de la provincia de Cádiz, cuyo origen está muy ligado a la producción vinícola de Jerez, y que se realiza con huevo (normalmente la yema), azúcar y vino oloroso o dulce de Jerez o brandy de Jerez.
Volviendo a Fleming, es en las Bodegas Domecq donde también dicen que dijo: “La penicilina será lo que cure al hombre, pero lo que lo hará feliz es el vino”. Lo que no está nada mal, para un hombre poco hablador que, además, llevaba pajarita.
Naturalmente dejó su firma en una de las botas que, en concreto, están en la bodega “El Molino”, uno de los cinco edificios que componen el corazón del conjunto histórico de las bodegas Pedro Domecq.
Entre los ilustres visitantes -artistas, científicos, deportistas, reyes- que pasaron por ella desde 1730, y dejaron su firma estampada se encuentran: Fernando VII, Victoria Eugenia, Alfonso XIII (abuelo de Juan Carlos), Umberto I de Italia, Alexander Fleming, Octavio Paz, Gregorio Marañón, Andrés Segovia, José María Pemán, Jacinto Benavente, Plácido Domingo, Severiano Ballesteros, Antonio Machín, etcétera.
Por cierto a Fleming, la ciudad de Sevilla, agradecida, le dedicó un monumento.
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