domingo, 26 de enero de 2014

FLEMING Y EL HOSPITAL DE LA CARIDAD de SEVILLA (2)


(Continuación) Unas inundaciones que mantenían por mucho tiempo demasiado húmedas las, por aquella época, numerosas y antiguas casas de vecinos. Unos populares corrales en los barrios históricos, que estaban construidos con adobe.

El conocido elemento de construcción de paredes y muros, realizado con barro (arcilla y arena) mezclado con paja, moldeado en forma de ladrillo y, posteriormente, secado al sol.

Una humedad que es obvio, no favorecía la sanidad e higiene públicas, ya bastante agravada por la falta de alcantarillado público, a cuya construcción por cierto, se opuso la organización de propietarios de Sevilla.

Tanto que llegaron a apedrear al Director General de Sanidad cuando, en 1903, vino a nuestra ciudad en tren, para imponer tal construcción y, por seguridad, tuvo que continuar el viaje hasta Cádiz.

Ni que decirles que tampoco estaba garantizada la potabilidad de la mayoría del volumen de agua que abastecía a los sevillanos. Y, por decirlo de una forma amable, no se observaban unas mínimas normas de higiene satisfactorias.

En realidad la higiene brillaba por su ausencia.

Vamos que la gente apenas se lavaba y cuando lo hacía, era en baños de cinc llenos de agua que se había calentado al sol.

Una falta de higiene que, unida a la promiscuidad con la que se vivía en los corrales y la deficiente alimentación, debido a la pobreza del país en esos años, hacían un excelente caldo de cultivo (perdón por la expresión, pero viene que ni al pelo) para la propagación de todo tipo de enfermedades.

Y ahora fuera del Principio de Causalidad
Sin contar con las, llamadas con el paso del tiempo, enfermedades profesionales que surgían y se extendían, dado el casi absoluto desconocimiento que se tenía de ellas y, sobre todo, la ausencia total de medidas de seguridad e higiene en el trabajo.

Y de forma más tangencial, pero por ello no menos presente en la sociedad, estaban las enfermedades venéreas, con uno de sus focos de producción no muy lejos, precisamente, del Hospital de la Caridad.

Una auténtica plaga para el hombre que, en aquellos tiempos, la medicina decimonónica sólo podía contrarrestar con sulfamidas. Un grupo de sustancias químicas sintéticas derivadas de la sulfonamida y de amplio espectro.

Las sulfamidas se emplean como antibióticos, antiparasitarios, bacteriostáticos y coccidiostáticos en el tratamiento de enfermedades infecciosas. Y son usadas tanto en medicina humana como veterinaria.

En puridad, las sulfonamidas, fueron las primeras drogas eficaces que se emplearon para el tratamiento sistémico de infecciones bacterianas en el ser humano.

Y a toda esa importante, pero limitada, acción puso fin el descubrimiento y síntesis de la penicilina. De la que su descubridor habló cuando estuvo en Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz.

Y la verdad es que estuvo sembrado. (Continuará)



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